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Desde mi azotea

José Casado Montado

“En España, los muertos están más vivos que en cualquier otro país del mundo"

Publicado: 02/05/2024 ·
19:26
· Actualizado: 02/05/2024 · 19:26
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Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

Desde mi azotea

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Por casualidades de la vida, hace unos años llegó a mis manos en formato PDF el libro 'Trigo Tronzado'. Me gustó tanto su lectura que mis buenos amigos Gonzalo Alias y Paco F. Frías me hicieron llegar un ejemplar físico del libro, escrito por el isleño José Casado Montado. Casado falleció hace 30 años, y sus cenizas fueron esparcidas en el mar, frente a la Casería de Ossio, tal como fue su voluntad. El libro trata sobre los fusilamientos perpetrados en la Isla entre julio de 1936 y mayo de 1940 por partidarios del golpe de Estado fascista contra la República española.

Desde esta azotea tan particular, deseo homenajear a tan ilustre paisano, que tuvo más valor que el caballo de Espartero al escribir este libro, donde deja constancia para la perpetuidad de lo que pasó en San Fernando cuando se promovió el golpe militar del 18 de julio de 1936 y lo que fue sucediendo hasta 1940.

Pepe Casado, al publicar estos acontecimientos históricos tan graves, tuvo no pocos problemas con el poder fáctico de la Isla; hasta el punto de que tuvo que irse de San Fernando. Además, se produjo la prohibición de la venta y el secuestro judicial del libro. Y es que en 1992 (año de su publicación) aún quedaban en nuestra ciudad algunos personajes -o familiares directos- que participaron como verdugos en la represión y que seguían teniendo todavía mucho poder. La sombra del dictador Francisco Franco -fallecido 17 años antes- era todavía muy alargada en esa época.

Pepe Casado, tras una infancia y juventud marcadas por la miseria, el hambre y la desesperación que el régimen franquista impuso a los supervivientes del genocidio, dedicó sus últimos años a escribir, a investigar y a plasmar en sus libros sus vivencias personales… (¡Cuánto hambre al llegar la guerra y cuánto terror con los falangistas… y tantas cosas malas, en tan pocos años y con tan pocos años!...) relataba en 'Memorias de un Mal Nacido'.

Para documentarse con 'Trigo Tronzado', Pepe Casado tuvo una enorme habilidad para esquivar la vigilancia del párroco y del sacristán de la Iglesia Mayor Parroquial de La Isla y consiguió copiar el libro secreto que, por el párroco, de su puño y letra, registraba a diario las “órdenes especiales del Ilmo. Sr. Vicario Capitular del Obispado” para feligreses que fueron asistidos en la hora de sus muertes, decretadas por Consejo de Guerra o por Ley de Guerra, es decir, los datos personales de los fusilados en las “sacas” nocturnas.

Leer este libro sobre la historia más triste y siniestra de San Fernando me abrió el corazón y me produjo una gran pena descubrir, página a página, las atrocidades que cometieron los golpistas, muchos de ellos vecinos de San Fernando fieles al levantamiento militar; una pandilla de peloteros, sinvergüenzas, troleros, embaucadores, camisas azules, etc., que unas veces actuaban por motu propio y otras a través de órdenes de criminales de la más alta graduación militar o estatus social.

Esa gente hizo de San Fernando un coto de caza; con sacas de personas inocentes para fusilarlas al amanecer. Ciudadanos isleños y de otras latitudes que no hicieron otra cosa en esta vida que ser de izquierdas o pensar distinto. Daba igual si eras buena persona, si eras médico de los pobres, concejal o alcalde de una Corporación legítima, o si eras panadero, militar republicano fiel al Gobierno legítimo o un currante de las salinas.

Los verdugos solo necesitaban una justificación para hacer desaparecer a tanta y tanta gente de bien: ser afiliado de un partido o sindicato de izquierdas. También por pura envidia, odio, enemistad o alguna rencilla familiar. Bastaba poca justificación para detenerlos en sus casas o trabajo y encerrarlos sin ninguna garantía en las cárceles o penales, para posteriormente sacarlos y colocarlos en la tapia del cementerio, del penal de la Casería o de la Carraca y fusilarlos impune y cobardemente. Ya caídos y moribundos en el suelo, se les daba el tiro de gracia en la cabeza, ¡para que no resuciten!, vociferaban alegremente los asesinos.

Amontonados en un carro o en un camión, como animales, eran llevados a fosas comunes donde se enterraban por tandas. Los más profundos, los primeros, cal viva y tierra, luego la segunda tanda, cal, tierra y así sucesivamente hasta llenar la fosa con varias tandas. Esto llevaba algunos días o meses hasta completarlas. Algunas fosas se desconocen su localización porque sus asesinos nunca dijeron dónde estaban enterrados los fusilados, cuyos restos nunca podrán ser recuperados.

Gracias a la Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (AMEDE), a su Presidenta Doña Ángeles Fernández Roldán, nieta del alcalde republicano Cayetano Roldán; a Don Jorge Juan Cepillo Galvín (arqueólogo director de las excavaciones) y Don Francisco Javier Pérez Girao (antropólogo) junto con sus colaboradores, se están excavando varias fosas del cementerio, habiéndose exhumado ya un total de 147 cuerpos de asesinados e iniciándose las identificaciones presuntivas. Entre dichos restos, se localizaron los de Don Cayetano Roldán Moreno, médico y Alcalde en la fecha del alzamiento militar y del Concejal Don Eladio Barbacil Romarín, que fueron entregados recientemente a sus familiares.

Aunque la labor continúa sin descanso para lograr excavar zonas del cementerio que actualmente no es posible, se hace más que nunca necesaria la ayuda y colaboración del Ayuntamiento de San Fernando para que se autoricen dichas exhumaciones. También es apremiante continuar con la identificación de los cuerpos de los represaliados a través de sus ADN y poder entregárselos a sus familias para que los entierren con dignidad.

"Sin memoria no hay dignidad"

En 2009, El Ateneo Republicano de La Isla dedicó un homenaje a José Casado Montado, pionero de la Memoria en San Fernando, asistiendo amigos y amigas, ciudadanos y ciudadanas y familiares de todas aquellas víctimas, fusilados y represaliados por el régimen golpista de Franco, con la ardua tarea de sacar de la oscuridad de la historia oficial y del olvido todos los nombres de aquellos que por el simple hecho de ser obreros, trabajadores, sindicalistas, republicanos y republicanas, fueron fusilados sin razón.

Quiero terminar recordando un pasaje de la carta póstuma dedicada a Pepe Casado que se leyó en la presentación de la reedición de 'Trigo Tronzado', en el Palacio de Congresos, que dice así: “Hoy queremos recordarte a ti y a tu obra. Con la mente puesta en quienes yacen bajo la fosa común del cementerio municipal. Un lugar imponente y sobrecogedor. Y es alentador que nos reunamos aquí, hoy, para recuperar el testimonio de “Trigo Tronzado”. Gracias a tu libro, los que allí yacen ganaron su última victoria, como el Cid, después de muertos. Ellos pagaron con sus vidas el precio del bienestar y de la justicia que nosotros disfrutamos ahora. Fueron pioneros en una orientación más humana y justa, más amplia y filosófica, evitando supersticiones embrutecedoras, así como el fanatismo destructor. Estos mártires ganaron para siempre la guerra que no quisieron y la paz eterna que recordamos cuando leemos 'Trigo Tronzado' hoy. Esa victoria ya no hay fascista que nos la arrebate.”

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