El presidente de la Cámara de los comunes británica (baja), Lindsay Hoyle, está este jueves bajo presión para que dimita tras el descontento generado por su gestión el miércoles de una votación sobre Gaza, que sus críticos creen que benefició a los laboristas.
Hoyle, que el miércoles se disculpó por los hechos, se reunirá este jueves con representantes del Partido Conservador y el Partido Nacional Escocés (SNP), además del Laborista, para tratar de resolver la crisis de confianza.
Unos 30 diputados conservadores y del SNP (de 650 escaños en los Comunes) han firmado una petición para convocar una moción de censura, después de que muchos parlamentarios de esas formaciones abandonaran el miércoles la sala en señal de protesta.
En una jornada dedicada a iniciativas de la oposición, el SNP propuso el miércoles votar una moción que pedía "un alto el fuego inmediato en Gaza" y condenaba "el castigo colectivo a los palestinos".
Para evitar tener que votar en esos términos, el gobernante Partido Conservador, mayoritario, introdujo una enmienda al texto que proponía una "pausa humanitaria inmediata", y el Laborista, primero de la oposición, otra en la que demandaba "un alto el fuego humanitario inmediato" con el matiz de que debía ser respetado por ambas partes en el conflicto.
La polémica se desató cuando Hoyle, antiguo diputado laborista que hubo de renunciar a su afiliación al asumir la presidencia, ignoró el asesoramiento de los funcionarios al elegir en primer lugar la enmienda laborista, que fue aprobada en medio de la protesta de los rivales y por tanto hizo innecesario un voto sobre el redactado original del más minoritario SNP.
Los conservadores eventualmente retiraron la suya, lo que llevó a los laboristas a acusarlos de maniobras políticas.
La aprobación de la enmienda laborista evitó que los diputados de ese partido tuvieran que pronunciarse sobre la propuesta más radical de los nacionalistas escoceses, neutralizando así una posible revuelta interna que hubiera dañado al líder, Keir Starmer.
Aunque Hoyle adujo que trató de que se representaran el máximo de puntos de vista -aunque es muy inusual dejar que una formación opositora enmiende la propuesta de otra-, sus detractores le acusan de haber violado la neutralidad de su cargo.
La directiva laborista niega haberle presionado para que eligiera su enmienda, aunque hay medios que informan de que hubo una reunión con Starmer.
El debate sobre su actuación seguirá este jueves en los Comunes en una sesión en la que el Gobierno presentará su agenda parlamentaria para los próximos días y en la que se prevé que los diputados descontentos presionen por esa moción de censura.