Estamos a punto de celebrar uno de los días más importantes del calendario de todos los ciudadanos españoles, el Día de la Constitución, que viene a recordar que hace 48 años los españoles aprobamos una nueva regulación de nuestros derechos y deberes y que, en estos momentos y por los motivos de todos conocidos, está en entredicho, por la dichosa amnistía.
El redactar una nueva Constitución fue el primer mandato que se impusieron las primeras Cortes Generales nacidas tras el cambio de régimen político en España. Y, gracias al desvelo de todos los diputados y, sobre todo, al eficaz trabajo de aquellos denominados “Padres de la Constitución” se elaboró un texto que, con amplísima mayoría fue aprobado por el pueblo español en la jornada del 6 de diciembre de 1978.
Desde entonces, cada año se conmemora la Constitución aunque, desgraciadamente, la mayoría de nosotros lo celebremos haciendo un larguísimo puente al casi coincidir (dos días después) con la festividad de la Inmaculada Concepción. Y, en ocasiones, como sucede este año, se prolongará con el fin de semana. Por tanto, desde el próximo martes, día 5, hasta el lunes, día 11, prácticamente todo estará de puente, disfrutándolo cada uno de acuerdo con sus posibilidades, las económicas también incluidas.
En algunos países es costumbre organizar infinidad de festejos para conmemorar sus días “oficiales”, como la Fiesta Nacional o el de la Constitución. Sin embargo, en España, la festividad solo nos sirve para hacer puente. Sí, es cierto, en Madrid se programan unas visitas guiadas al Palacio de Congresos donde los visitantes son recibidos jubilosamente por el Presidente de turno, visitas que tienen una gran difusión por la televisión.
Como también es cierto que en la mayoría de los centros escolares, en vísperas de la conmemoración, se organizan algunos actos a modo de explicación de lo que es y representa la Constitución. Pero, en la mayoría de las ocasiones, los destinatarios de estas exposiciones no están aún capacitados para conocer la importancia de la jornada conmemorativa.
Eso sí, y que no falte. Hay también un gran acto, organizado por la Administración del Estado, al que el público en general no asiste porque, entre otras cosas, no se les informa. En él, las autoridades ponderan y alaban la Constitución en un acto al que los presentes están deseando que concluya porque, con esa finalización, empieza su puente, al que también tienen derecho aunque, a decir verdad, donde mejor estarían sería celebrándolo con el pueblo llano en esa serie de actos que deberían programarse para solaz y disfrute de todos los ciudadanos en tan importante efeméride. Por ello, ese acto se programa con varios días de antelación al 6 de diciembre.
Pienso que hay que plantearse seriamente cómo celebrar esta jornada de tanta importancia, haciendo llegar a los ciudadanos el texto de la constitución (qué alegría en otros países donde se saben de cabo a rabo el articulado) y, al mismo tiempo, disfrutar de una jornada lúdica para que, en definitiva, todos queramos estar al lado de nuestra Constitución.
Todo es empezar de una puñetera vez. Y, en esta primera ocasión, propongo que todas aquellas personas que ostentan cargos en la Administración (Estatal, Autonómica o Municipal) se reunieran en la Plaza de la Constitución y, desde allí, leyeran los distintos artículos de nuestra Carta Magna. Pero eso será irrealizable porque así se les fastidiaría el puente, del que todos sabemos muchas cosas mientras que de la Constitución… mejor no menearla.