Asturiano y ganador en los Lagos. Un sueño hecho realidad para Barredo, de 29 años, ovetense de nacimiento y culo mollao, o sea, gijonés, de adopción. Tenía la carta señalada para este día, pero faltaba que saliera. Y salió en un lugar de leyenda, ante sus familiares y amigos. Alzó los brazos en uno de los santuarios del ciclismo español destacado, con un tiempo de 4h.33.09, en una jornada rápida que terminó con una media de 41,1 kms/hora.
“Le dedico la victoria a mi padre, por él comencé a correr porque hicimos una apuesta. Me dijo que me compraba una bici de montaña si subía a los Lagos. Decía que yo era un miedoso, y además el hombre lo pasó mal hace dos años porque le operaron de la aorta. Ha sido una victoria espectacular, con la gente gritando mi nombre.”, dijo Barredo en meta, tras estrenar su palmarés en la Vuelta y firmar la quinta victoria desde su debut profesional en 2004.
Barredo, que entró en meta señalando el pecho, donde su padre tiene las cicatrices de la intervención quirúrgica que le salvó la vida, anhela ganar una clásica de las grandes. Ganó la Clásica de San Sebastián en 2009, pero anhela conquistar el Tour de Flandes. Lo podrá intentar la próxima temporada con el maillot del Rabobank, su próximo equipo, pero, pero mientras llega el día, también marcado, ha puesto su nombre en la lista de ganadores en los Lagos, junto a los de Pedro Delgado, Laurent Jalabert, Luis Herrera o Marino Lejarreta, entre otros.
Por detrás, en la batalla entre favoritos, llegó séptimo Ezequiel Mosquera (Xacobeo), que atacó a 5,5 kilómetros de la cima con la idea de castigar a Nibali. Se vació el gallego, que subió sin tregua, en su penúltima oportunidad, pero en meta alcanzó pingües beneficios, apenas 10 segundos sobre el italiano y Purito Rodríguez. Ni siquiera pudo disfrutar Mosquera de la propina de la bonificación, pues se colaron entre medias algunos de los protagonistas de la escapada del día: el belga Sijmens (Cofidis) y el eslovaco Martin Velits (Columbia), segundo y tercero.
Mientras Barredo coronaba los 12,5 kilómetros de ascenso, con lluvia y niebla, Vincenzo Nibali subía a ritmo detrás de Mosquera, acompañado de Purito y Peter Velits. El tiburón de Messina fue inteligente y no se cebó. Reguló encima de la bici, sufrió en La Huesera, cuando de marcho Mosquera, en las rampas del 15%. Pero salvó los muebles y el maillot rojo.
Nibali dio un paso importante en espera de la jornada reina con final en el inédito puerto de Cotobello. Sigue líder con los mismos 4 segundos sobre Purito Rodríguez y 39 respecto a Mosquera, que le recortó 11 segundos, pobre balance en territorio de escaladores. El líder del Liquigas espera la cronometrada de Peñafiel (46 kilómetros) como agua de mayo.
Frank Schleck, Carlos Sastre cedieron más de medio minuto y Xavier Tondo fue el gran derrotado de la jornada a 1.40 de Nibali. Es quinto en la general a 2.30, lejos de la pomada.
La etapa salió a todo gas de Solares, y con lluvia. Ritmo elevado que evitó que consolidaran los intentos de escapada. El Liquigas de Nibali enseguida dejó claro que no quería aventuras peligrosas. Sus hombres salieron a todas, e incluso el propio Nibali trató de colarse en uno de los acelerones, marcando el territorio.
Hasta el kilómetro 62 no se formó la escapada buena, pero fue la definitiva. Se metieron Barredo, los belgas Kaisen y Van Avermaet (Omega) y Sijmens (Cofidis) el francés Cazaux (FDJ) y el eslovaco Martin Velits (HTC-Columbia).
Las diferencias de hasta 10 minutos dejaron claras las intenciones del pelotón.