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El cementerio de los ingleses

Un país extraño

España es ese país que prevé una serie de derechos en su Constitución pero que no es capaz de garantizarlos

Publicado: 18/02/2023 ·
12:08
· Actualizado: 18/02/2023 · 12:08
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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España es un gran país, con una gran historia y un patrimonio cultural impresionante. No les digo nada nuevo, lo sé. Un país donde existen cinco lenguas cooficiales (castellano, gallego, euskera, catalán y valenciano), donde en el pasado no se ponía el sol, influyente en la música, la literatura, la ciencia, la navegación, la pintura y un sinfín de facetas. Sin embargo, al mismo tiempo es un país extraño. Mientras estuvo en su máximo esplendor, esa riqueza no llegaba al común de sus ciudadanos. En el siglo XIX, conoció lo mejor y lo peor: la unión patriótica de sus distintos pueblos para expulsar al invasor francés y la debacle como potencia con la pérdida progresiva de las colonias en ultramar. Parecía que ese sería el golpe de gracia, pero aún estaban por llegar la Guerra Civil, la dictadura, una transición que pudo no ser tan modélica y una democracia consolidada y débil al mismo tiempo.

España es ese país que prevé una serie de derechos en su Constitución pero que no es capaz de garantizarlos. Seguimos con un serio problema con la vivienda pese a la cantidad de viviendas vacías que ostentan los bancos y los grandes tenedores. Sin contar con los fondos buitre que han copado gran parte de las viviendas en alquiler y que han echado familias a la calle por no poder pagar las subidas abusivas que han practicado a los precios. Tenemos derecho a una información veraz pero tenemos medios de comunicación condicionados por la línea editorial y a tertulianos de medios que difunden fake news a todas horas en programas de máxima audiencia. Tenemos derecho a un salario digno, pero cuando se sube el SMI hay diputados que votan en contra. Tenemos derecho a la sanidad pública y de calidad, pero vemos cómo en Madrid se está desmantelando y privatizando; en Andalucía, ronda el fantasma de una supuesta orden (negada por Bonilla) para derivar pacientes de la atención primaria a la privada; en Valencia, se manifiestan porque no hay médicos suficientes para cubrir las bajas; en Galicia, más de lo mismo.

Tenemos derecho a disfrutar de un entorno ambiental adecuado pero en El Palmar se está construyendo un complejo urbanístico que quebranta las normativas de ordenación del territorio, de protección del Dominio Público Marítimo Terrestre, mientras el Ayuntamiento de Vejer sigue sin poner agua potable a sus vecinos, sin elaborar un programa de gestión de residuos adecuado y sin colocar papeleras y contenedores suficientes (han añadido siete papeleras hace poco, pero es manifiestamente insuficiente). En el derecho a la vivienda se prevé que la Administración tome medidas para evitar la especulación, pero la historia de la burbuja inmobiliaria ya la conocen ustedes. Tenemos derecho a una educación pública de calidad, pero cada vez la dejan deteriorarse más mientras la privada recibe recursos públicos por medio de la concertada.

Existe el derecho a la libertad de prensa, pero Madrid ha puesto todas las trabas del mundo a la cobertura mediática de la manifestación del domingo pasado. Además, ha multado a quienes repartían octavillas para informar de dicha concentración y ha prohibido las recogidas de firmas para apoyar a la sanidad pública. Tenemos derecho a la vida, pero no se investigan las muertes en las residencias por abandono durante la pandemia. Se ha legislado por la memoria democrática, pero ha costado Dios y ayuda sacar a fascistas de sepulcros con honores y quedan muchos símbolos por retirar. Tenemos derecho a una pensión suficiente para tener una vejez digna, pero nuestros mayores no llegan sin apuros a final de mes (y eso los que llegan). Y, hablando de una vejez digna, es tremendo lo que cuesta una residencia y lo lentos que son los trámites de dependencia.

Sabemos que hay periodistas que van con ello por burdo que sea, políticos que usan los medios institucionales para fines partidistas, hooligans que mienten deliberadamente desde su escaño parlamentario, una opinión pública que no se escandaliza ante la corrupción porque «todos roban»... Y un sinfín que rarezas más que no sigo enumerando para no terminar pidiendo cita en el psiquiatra (que voy por la pública y cuando me den cita ya se me habrá pasado el disgusto). España es un pais extraño porque, a pesar de lo que les he contado y de lo que no menciono aunque ustedes ya lo saben... como decía el bueno de Manolo Royo, "aquí no pasa nada".

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