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Jueves 18/04/2024  

El cementerio de los ingleses

Yo peleo por leche

La respuesta me vino por casualidad. Un día antes de que me hicieran esa pregunta, había estado viendo por enésima vez la película Cinderella

Publicado: 16/12/2022 ·
21:04
· Actualizado: 16/12/2022 · 21:04
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Cuando a un escritor le preguntan por qué escribe, es como preguntarle a cualquier ser vivo por qué respira. Del mismo modo que no se puede vivir sin oxígeno, todo ser humano tiene una pasión que le da la vida más allá de lo meramente fisiológico. El deportista necesita entrenar. El actor necesita ensayar. El cantante necesita cantar, el músico tocar, el pintor necesita pintar... El escritor necesita escribir. Luego, ya decidirá si quiere o necesita publicar sus obras. A veces, necesitamos expresarnos aunque luego pueda preferirse guardar nuestra expresión para nosotros mismos.

Yo, cuando empecé esta aventura, necesitaba compartir mis obras con los demás. Quería hacerlo. Aparte de la ilusión de ver tu libro en los estantes de una librería o biblioteca, quería y necesitaba compartir esas páginas que me enorgullecía de haber escrito con toda persona a la que le guste la lectura. Es por ello que soñaba con un día en que alguna editorial se fijara en mí. Sin embargo, no sabía si era lo bastante bueno para ello. Ya saben ustedes, cuando uno es el único en su entorno que ejerce alguna actividad, los demás le dirán que es bueno porque no se mueven en ese campo: será el mejor de su círculo porque ninguno más hace lo que él y, por tanto, nadie de ese grupo le hará sombra en ese ámbito. Sin embargo, ese único escritor entre ese círculo de personas, necesitará de otros que escriban para medir su nivel; necesitará saber si de verdad es bueno o si es el tuerto en el país de los ciegos.

Eso me pasaba hasta que participé en certámenes. Síndrome del impostor, creo que lo llaman. Sin embargo, gané en confianza y me decidí a publicar mi primer libro, Nombres de Mujer. Ochocientos euros me costó la tirada y, desde entonces, ha sido un no parar de eventos, promoción, ferias del libro, presentaciones... Una experiencia increíble para mí. Sin embargo, cuando mi segundo libro está próximo a ver la luz, decidí apostar más fuerte. Invertir un poco más en su edición. Y, lógicamente, llegó la pregunta: ¿No te basta con cumplir tu ilusión? ¿Por qué, ahora, quieres más? Tienes trabajo, una casa, una vida normal... ¿qué puede llevarte a apostar tanto por una aventura?

La respuesta me vino por casualidad. Un día antes de que me hicieran esa pregunta, había estado viendo por enésima vez la película Cinderella Man (Ron Howard, 2005). En ella, se cuenta la vida de James J. Braddock, un boxeador apodado «El Bulldog de Bergen». Tras una prometedora carrera y una bajada a los infiernos en pleno crack del

29, la carrera de Braddock había remontado tras algunas victorias que le habían llevado a aspirar al Campeonato del Mundo que ostentaba Max Baer. En la conferencia de prensa previa, Braddock afirmó que había tenido que pelear lesionado para subsistir junto a su familia, aparte de trabajar como estibador en el puerto. Decía que ahora tenía claro por qué peleaba y que eso, aparte de haberse recuperado de sus lesiones, le había llevado a tener esa oportunidad. Cuestionado sobre esa motivación que le había impulsado de nuevo en su carrera, el púgil respondió: «peleo por leche». Inspirador, ¿no es cierto?

Evidentemente, no fue esa mi respuesta. No exactamente. Es más, ni siquiera sé si la frase realmente es de «El Bulldog de Bergen» o si es sólo un recurso estilístico empleado en la película. Pero sí sé que se refiere a la necesidad de tener claras las metas para poder perseguirlas y, quizá, alcanzarlas. Si tienes claro tu objetivo, te enfocarás en lo que tienes que hacer para lograrlo. A partir de ahí, es cuestión de pasión, devoción, trabajo duro y esa pizca de fortuna que no puede faltar. Después de años en que me he sentido perdido, tengo claras mis metas: llegar a vivir de lo que más me gusta (mi trabajo tampoco me desagrada), ganar calidad de vida y poder viajar o pasar temporadas donde me apetezca porque teniendo un enchufe para el ordenador y una conexión a Internet para el contacto con la editorial y la promoción en redes sociales no necesitaría mucho más. Eso significa la leche para mí. Y cada cual tendrá que decidir o, incluso, descubrir por qué pelea. Yo peleo por leche.

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