Por otra forma de hacer política
Algunos políticos comienzan -pronto- a empujar a sus cachorros a utilizar descalificativos contra otros representantes políticos
Suelo leer la prensa local con bastante asiduidad y una de las cosas que más me llaman la atención de un tiempo a esta parte es el papel que juegan las organizaciones políticas juveniles locales, que salvo excepciones, se limitan a ser altavoces de las medidas que toman sus “mayores”, o incluso servirles de altavoz de lo que sus responsables no se atreven a decir en persona.
Parece ser que hemos llegado a un punto dentro de la política local, donde algunos políticos comienzan -pronto- a empujar a sus cachorros a utilizar descalificativos contra otros representantes políticos portuenses.
Observo con cierta pena cómo estos jóvenes se dejan utilizar y en lugar de usar los medios de los que disponen para ayudar a resolver los problemas que sufrimos la juventud, se empeñan en criticar continuamente a la oposición, en lugar de ser más críticos con los suyos, y exigirles que cumplan con su programa político y que sean fieles a la ideología que dicen representar.
Probablemente estos chavales aspiran a ser en el futuro los líderes de sus partidos y comienzan, a mi juicio, demasiado pronto a hacer lo que hace unos pocos meses estoy seguro que detestaban, practicando una política que sigue la lógica del reality show, lo que genera escepticismo y desconfianza, y por tanto un desinterés generalizado por la política dentro de los círculos juveniles.
Por otro lado, el ser joven no es sinónimo de representar a la juventud; ni tampoco de representar la transparencia y la honradez, ya que eso tan sólo se puede demostrar predicando con el ejemplo. Y esta es nuestra gran arma: el ejemplo. Si realmente queremos que las cosas mejoren, que la política deje de ser una manera rápida de ganar dinero y fama, y se convierta en un espacio para el debate, que sirva para buscar la mejor solución posible a los problemas que nos afectan a todos, debemos empezar por demostrarlo nosotros mismos. Debemos huir de las descalificaciones y de los insultos, porque lo único que hacen es demostrar la mediocridad de un político cuando no tiene argumentos y cae en el golpe bajo.
Creo que los jóvenes deberíamos dedicar nuestras oportunidades de salir en la prensa para otros fines, como por ejemplo denunciar la cada vez mayor situación de precariedad laboral de la juventud y el peligro que ello conlleva de caer en la exclusión social, mostrar como nuestra generación será la primera que viva objetivamente peor que sus padres, y a la vez proponer soluciones.
Por todo ello creo que sería más productivo para todos aprovechar nuestro tiempo en transformar nuestra ciudad, en resolver los temas que preocupan a los ciudadanos y dejar a un lado esos comportamientos que tanto reprochamos a nuestros representes, pero que luego trasladamos al ámbito de la política juvenil local.
Parece ser que hemos llegado a un punto dentro de la política local, donde algunos políticos comienzan -pronto- a empujar a sus cachorros a utilizar descalificativos contra otros representantes políticos portuenses.
Observo con cierta pena cómo estos jóvenes se dejan utilizar y en lugar de usar los medios de los que disponen para ayudar a resolver los problemas que sufrimos la juventud, se empeñan en criticar continuamente a la oposición, en lugar de ser más críticos con los suyos, y exigirles que cumplan con su programa político y que sean fieles a la ideología que dicen representar.
Probablemente estos chavales aspiran a ser en el futuro los líderes de sus partidos y comienzan, a mi juicio, demasiado pronto a hacer lo que hace unos pocos meses estoy seguro que detestaban, practicando una política que sigue la lógica del reality show, lo que genera escepticismo y desconfianza, y por tanto un desinterés generalizado por la política dentro de los círculos juveniles.
Por otro lado, el ser joven no es sinónimo de representar a la juventud; ni tampoco de representar la transparencia y la honradez, ya que eso tan sólo se puede demostrar predicando con el ejemplo. Y esta es nuestra gran arma: el ejemplo. Si realmente queremos que las cosas mejoren, que la política deje de ser una manera rápida de ganar dinero y fama, y se convierta en un espacio para el debate, que sirva para buscar la mejor solución posible a los problemas que nos afectan a todos, debemos empezar por demostrarlo nosotros mismos. Debemos huir de las descalificaciones y de los insultos, porque lo único que hacen es demostrar la mediocridad de un político cuando no tiene argumentos y cae en el golpe bajo.
Creo que los jóvenes deberíamos dedicar nuestras oportunidades de salir en la prensa para otros fines, como por ejemplo denunciar la cada vez mayor situación de precariedad laboral de la juventud y el peligro que ello conlleva de caer en la exclusión social, mostrar como nuestra generación será la primera que viva objetivamente peor que sus padres, y a la vez proponer soluciones.
Por todo ello creo que sería más productivo para todos aprovechar nuestro tiempo en transformar nuestra ciudad, en resolver los temas que preocupan a los ciudadanos y dejar a un lado esos comportamientos que tanto reprochamos a nuestros representes, pero que luego trasladamos al ámbito de la política juvenil local.
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