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El jardín de Bomarzo

El vuelo del pájaro

La asignación de puestos en la Junta de Andalucía se asemeja a un viejo árbol, un roble robusto

Publicado: 30/09/2022 ·
14:25
· Actualizado: 30/09/2022 · 14:25
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Bomarzo

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El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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"Dios amaba a los pájaros e inventó los árboles. El hombre amaba a los pájaros e inventó las jaulas". Jacques Deval.

La asignación de puestos en la Junta de Andalucía se asemeja, contaba un ex alto cargo que ocupó durante años diferentes ocupaciones dentro del ejecutivo autonómico, a un viejo árbol, un roble robusto quizás, donde posados en sus extensas ramas se cobijan miles de pajaritos: hacen su vida, revolotean saltarines de rama en rama, viven y canturrean felices porque hay seguridad y alimento a partes iguales. Pero cada cierto tiempo, coincidiendo con los comicios electorales, el capataz y dueño del cortijo se sitúa bajo el lustroso árbol y da dos sonoras palmadas, plas plas, y los pajaritos, revueltos y asustados por el repentino estruendo, se alzan en vuelo obligados a abandonan sus seguras ramas, revoloteando en círculos alrededor de la copa, pían sonoros ante el temor de haber perdido el sitio para, pasado un tiempo, ir posándose de nuevo en su amado y centenario roble. Los más hábiles lo hacen pronto, ocupan o la rama que habían abandonado o, si pueden, una mejor, quizás manteniéndose cerca de los mimos compañeros que tenían antes, mientras que otros lo hacen más tarde, en ramas quizás peores, con pajaritos nuevos a su lado y solo algunos, muy pocos, se despistan y han de buscar otro árbol que en ningún caso será este tan hermoso que nunca quisieron abandonar -maldito capataz-. Al final casi todos los pajaritos se posan de nuevo para habitar felices en su árbol hasta que nuevas palmadas les obligue a alzar otra vez el vuelo; qué duda cabe que los alados más veteranos se conocen el juego y no tardan en aposentar de nuevo sus patitas sobre rama segura, esas más cerca del suelo donde el alimento rico está a la vista y la exposición al sol y a la lluvia es menor.

Aunque los cargos de confianza de la Junta se sitúan en torno a los 660 -273 altos cargos y asimilados, 239 eventuales y 148 contratos de alta dirección-, es prácticamente imposible cifrar el número exacto de nombramientos, políticos y técnicos, que se han de realizar tras la formación de un gobierno autonómico, a pesar de los portales de transparencia y a pesar de las reiteradas denuncias sobre este hecho de los partidos de la oposición ante la repetida necesidad de rebajar el número de nombramientos y que es un asunto denunciable, solo, cuando no se gobierna. Porque la realidad es que cuando eres el capataz de la finca, y más una gobernada con mayoría absoluta, resulta incontrolable el deseo de copar tu árbol de fieles alados. Desde las elecciones de junio a estos días la Junta ha ido confirmando nombramientos, también algunos descartes: cargos políticos desde consejeros y vice consejeros, directores generales, gerentes de empresas públicas, asesores, jefes de prensa y de gabinete, delegados de gobierno y territoriales, periodistas, estructuras autonómica y provincial como, por ejemplo, el nombramiento de Sergio Romero -que viene de Cs- como asesor de programas del Instituto Andaluz de la Juventud en la provincia de Cádiz, hasta lo relativo al consejo audiovisual, de Canal Sur con su presidente a la cabeza, Rafael Porras, director, director comercial -era Juan Vargas que vuelve a Turismo Andaluz, donde tiene plaza y estuvo durante décadas con todos los gobiernos anteriores-, director de informativos -era Carmen Torres y se apunta en su relevo a Antonio Salvador-; en definitiva, reordenando los numerosos espacios de este árbol que, aún siendo enorme, tiene sus límites, más con las recientes leyes de contratación pública que ahora no permite los desmanes en materia que sí eran posibles en épocas anteriores. Otros, como Juan Marín, aún siguen pendiente de oferta y es peligroso confiar en que te guardarán una rama buena porque la palabra dada se la lleva el viento y Juan no ha podido relevar a Maeztu como Defensor del Pueblo, pese a que lo puso él y éste piensa cumplir los dos años que le queda de mandato, y como Consejero Delegado de Turismo Andaluz, que era su otra preferencia, no le ven -ni el PP ni su actual consejero, Arturo Bernal-. Mientras, sigue volando sobre la copa, entrenando a un equipo de voley dos veces por semana, paseando por la Jara, acudiendo a tertulias. Planeando.

El pasado miércoles el nuevo y flamante consejero de Presidencia, Antonio Sanz, fue el protagonista de un desayuno informativo de Europa Press y la sala estaba repleta, sobre todo, de cargos recién nombrados y al jefe hay que darle cercanía, también de pendientes de nombramiento y el rictus diferencial en las caras de unos y otros salta a golpe de vista. La tensión no es la misma, aunque el más feliz es un Antonio Sanz al que la vida le ha regalado este presente y él lo sabe: merecido o no, la suerte le ha cogido trabajando, que es lo suyo; debe estar disfrutando, porque no para de reír, de cómo le botan la pelota ante su ahora fina estampa hasta algún medio que estos días no sabe cómo agasajar a quien hace bien poco lapidaba. La vida, la política, es una noria, ahora abajo, ahora arriba.

El presidente y capataz Moreno Bonilla, el de las palmas, ha nombrado como portavoz a su delfín Ramón Fernández-Pacheco y lo hace por varias cuestiones: es de su completa confianza y no tiene más aspiraciones que las que le mande Juanma, su imagen traslada un perfil joven, moderno y moderado muy al estilo del presidente y crecerá desde una portavocía que le puede dar alas para llegar a ser un pájaro mayor en un futuro árbol andaluz y, lo único en su contra, no es mujer -ni está dispuesto a llegar a semejante cambio para que todo fuera perfecto-. Porque se ha buscado mujer para compensar, hay pocas en primeros cargos y se corre el riesgo de que se lo afeen pese a que a los cargos habría que acceder por mérito y no por género, se sea mujer u hombre. Pero la realidad actual es otra y el discurso a la contra, fácil.

Lo bueno de ser pájaro, en definitiva, es tener alas, con ellas siempre es posible alzarse en vuelo libre y destino cierto o, también, incierto. Lo malo son las jaulas, algunas sin barrotes y en forma de árbol.

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