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Jueves 18/04/2024  

El cementerio de los ingleses

No sé qué decir

Todo lo que no sea que cada ciudadano valga un voto adultera la democracia

Publicado: 28/09/2022 ·
11:58
· Actualizado: 28/09/2022 · 11:58
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Reconozco que a veces me siento saturado por la actualidad. Salen tantas noticias en tan poco tiempo que no hay demasiado margen para informarse de la cuestión, reflexionar, formarse una opinión sustentada en hechos y no en relatos... En fin, seguir todos los pasos para que los listillos de turno no te tomen el pelo. A fin de cuentas, la falta de información, la manipulación de la misma y la tentación de caer en el sesgo de confirmación son poderosas armas para unas élites económicas y sus privilegios. Y, si dudan aún de esto, pregúntense por qué no hay banqueros en la cárcel por las hipotecas concedidas en plena burbuja inmobiliaria y, sin embargo, muchos creen que vivieron por encima de sus posibilidades. Aún.

Resulta que hay unas declaraciones de Alberto Reyero, ex consejero de Políticas Sociales en la Comunidad de Madrid, donde explica los protocolos conocidos como «de la vergüenza», que excluían a los ancianos sin seguro privado en las residencias y a personas con discapacidad de ser derivados a hospitales en la primera ola de la pandemia. Sin embargo, aún queda quien cree que que las competencias habían sido asumidas por Pablo Iglesias (algo que es un bulo demostrado) y hasta nietos de aquellos ancianos, abandonados a su suerte y muerte, que dieron casi la mayoría absoluta a Díaz Ayuso. Qué baratos salen unos miles de ancianos muertos, que se olvidan con la promesa de algo que ya se tenía: el poder tomarse una cerveza.

Parece ser, por otra parte, que las autonomías han entrado en una especie de competición a ver quién baja más los impuestos a los ricos. Aparte, prometen «deflactar» (que suena bien pero es otra bajada más) el IRPF en sus territorios. En lugar de hacer que los ricos paguen lo que deben pagar y ajustar los impuestos para que cada cual soporte la presión fiscal que su renta le permita, están tirando de rebajas populistas. Otros tres meses de espera en la sanidad, peores condiciones en educación, peores carreteras e infraestructuras... por unos votos para los enemigos del Estado del Bienestar. Y tú, que te levantas a las seis de la mañana para romperte el lomo a cambio de un salario que mejora pero no llega a ser digno, los aplaudes.

Entre los sectores más conservadores y reaccionarios, han visto en unas palabras de Irene Montero defendiendo la educación sexual la oportunidad para acusarla de defender la pederastia. Incluso, desde la ultraderecha anuncian una querella (que tiene

pinta de que va a lograr el mismo resultado que pellizcar un cristal) por este motivo. Ahora se echan las manos en la cabeza por haber dicho algo lógico: que los menores tienen derecho a conocer su cuerpo, a saber que nadie puede abusar de ellos y que nadie tiene que poner más límite a sus relaciones sexuales que los del propio consentimiento. Eso es lo que ha dicho la ministra de Igualdad. Interpretar otra cosa es sucio e hipócrita. Sucio porque se obvia que la edad mínima de consentimiento es de dieciséis años y, por tanto, no se está hablando de pederastia (con esa edad se sigue siendo menor y se contempla dentro de lo dicho por Montero); hipócrita porque quienes se escandalizan con estas palabras se oponen a investigar los casos de pederastia en la Iglesia Católica y tampoco se preocupan cuando sus hijos tienen móvil con ocho años y llevan viendo porno desde antes de la primera comunión.

La ultraderecha gana en Italia. Leerlo así daría a entender que la mayoría de los italianos han votado a Meloni, la simpatizante de Mussolini que lideraba la coalición fascista Fratelli D’Italia. Sin embargo, los distintos medios y analistas omiten algunos detalles. Por ejemplo, que la ultraderecha italiana ha conseguido peores resultados que en las anteriores elecciones, que la abstención ha sido alta y que una mayoría ha votado a una izquierda que iba separada en varios partidos. ¿Por qué esto es relevante? Porque si omitimos que el sistema electoral italiano premia la unidad, los electores españoles creerán que la mayoría ha votado al fascismo. O al «centro derecha», como dicen los medios blanqueando a los ultras. Todo lo que no sea que cada ciudadano valga un voto adultera la democracia. En Italia penaliza ir en diferentes partidos, en España se premia la circunscripción pequeña. Mi voto vale menos que el de un señor de El Bosque sólo porque allí hay 2000 habitantes y yo vivo en San Fernando que ronda los 100.000. Eso es lo que da relevancia a los independentistas en Cataluña o a PP y Vox en Castilla y León.

Total, como iba diciendo, que hay tanto de qué hablar y tantas cosas que decir... que al final no sé sobre qué escribirles.

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