España es desde las últimas décadas uno de los países más desiguales de la UE en la distribución de los ingresos. En concreto el quinto más desigual: sólo nos superan Rumanía, Letonia, Lituania y Bulgaria
Y no sólo eso, la desigualdad entre españoles/as no ha parado de crecer desde le crisis de 2008 y luego la pandemia y ahora la inflación. Es curioso como en los momentos en que hay crisis se dispara la desigualdad: los ricos se hacen más ricos y los pobres se hacen más pobres. Y cuando las cosas parecen ir mejor, los ricos siguen enriqueciéndose y los pobres nunca recuperan lo perdido.
Una de las consecuencias de la desigualdad es el incremento de la pobreza. La Encuesta de las Condiciones de Vida del INE de julio de 2022 lo señalaba: El 27,8% de la población residente en España en 2021 se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social, frente al 27,0% registrado el año anterior.
Otra de las consecuencias es la fragmentación de la sociedad, la enorme vulneración de derechos humanos y ¡atención! una democracia cada vez más degradada y empobrecida.
El crecimiento desbocado de la inflación aumentará de nuevo la desigualdad pues sus consecuencias las pagarán sobre todo quienes no tienen ingresos o sus ingresos son más bajos, o sea una buena parte de la sociedad. Resulta difícil y poco creíble responsabilizar tan sólo a la guerra de Ucrania del incremento de la inflación. Creo honestamente que hay que mirar a quienes están intentando no sólo mantener sus beneficios sino -aprovechando el río revuelto- incrementarlos.
El río revuelto es una crisis en profundidad de todo el sistema: una crisis climática que la inacción de los gobiernos está haciendo irreversible; una crisis de los combustibles fósiles (petróleo, gas…) que se agotan y cada vez hay mas conflictos por controlarlos; una crisis alimentaria que viene gestándose desde hace años y que va a afectar sobre todo a los países empobrecidos; una crisis en fin de todo un sistema de explotación del planeta que es insostenible. Es un capitalismo voraz y desenfrenado.
Son indecentes los beneficios estratosféricos por ejemplo de la banca o de las empresas energéticas, o el sueldo de sus directivos, mientras miles de familias apenas si pueden llegar a fin de meso tienen que subsistir de las ayudas sociales.
Si no queremos que la desigualdad que hace mas grande esta crisis termine devorándonos, es preciso actuar.
Actuar en el control de los precios. Lo que significa entre otras cosas limitar los beneficios de quienes se están enriqueciendo obscenamente
Actuar para el acceso a la vivienda y al empleo como derecho incumplido.
Actuar ya para una reforma fiscal que cumpla la Constitución y asuma el carácter redistributivo que debe tener: que paguen más quienes más tienen, que son los que ahora pagan menos y quienes más evaden impuestos
Actuar sin falta ante la emergencia climática. Ya no valen parches. No podemos permitir que con la excusa de esta nueva crisis (¿y cuantas van?) nos olvidemos de los objetivos inaplazables de contención del calentamiento global y del cambio climático. Nos va en ello la supervivencia.