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Provincia de Cádiz

“Mi objetivo en la administración diocesana es hacer más con menos”

Un año después de su nombramiento como ecónoma del Obispado de Cádiz y Ceuta, hace balance destacando la transparencia y la modernización de la administración

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  • Carmen Lobato, ecónoma de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, en su despacho en el Hospital de Mujeres, en la capital. -

Carmen Lobato, una de las cinco ecónomas de entre las 70 diócesis españolas, cumple un año al frente de sus responsabilidades moderadamente satisfecha. Destaca los esfuerzos por continuar con la modernización de la administración y los avances en transparencia, y remarca la importancia de una gestión eficaz para “intentar hacer más  con menos”.

El obispo le pidio que, además de administrar con rigor, ayudara a entender la economía como un ámbito de pastoral al servicio de la evangelización y de los necesitados y compartiera solidariamente el cuidado de la Iglesia y su fin misionero. ¿Ha cumplido con esta misión?

–Todo es mejorable en la vida, pero creo que sí he cumplido. La economía se ve como algo menos importante porque lo fundamental es el culto, la pastoral y la actividad caritativa, pero sin recursos no se puede hacer nada porque para lo anterior hacen falta espacios, inmuebles, que hay que mantener, pagar la luz... Cada mañana me levanto con una idea muy clara: asistir a las parroquias y los sacerdotes para que puedan ejercer su ministerio sin tener que preocuparse por asuntos de carácter  técnico y gestionar el patrimonio de la manera más eficaz y eficiente, para que podamos hacer más obras de mantenimiento de templos, pastoral y labor caritativa. 

Hay más transparencia y control.

–En realidad,  me limito a continuar con el camino ya iniciado por el anterior ecónomo, siguiendo el encargo del obispo. Los controles a menudo se ven con desconfianza, pero en toda organización los hay, porque sirven para garantizar una correcta actuación, evitando que por desconocimiento y por error puedan realizarse actuaciones de la forma no prevista. La Iglesia cuenta con el derecho canónico, y demás normas incluidas las diocesanas, que cumplen la misma función que el derecho administrativo en las administraciones públicas, estableciendo procedimientos, límites...

Todo el mundo no lo ha entendido y parece que ha habido cierta contestación.

–Una gestión eficaz y eficiente no significa que seamos Iglesia S. A. Significa que, si a mí me das un donativo para la reparación de una Iglesia, hay que gestionarlo bien y de forma adecuada, firmando contratos que garanticen buena ejecución y precio adecuado. Mi obligación es intentar optimizar al máximo los recursos que siempre son escasos, para garantizar el cumplimiento de los fines de la Iglesia. 

Teniendo en cuenta que la Diócesis tiene pocos ingresos y un patrimonio histórico...

–...Que es una importante carga. Ese patrimonio tan valioso ha llegado a nuestros días gracias a la labor de la Iglesia manteniéndolos con la ayuda de los fieles. Sólo hay que ver en cualquier población que la mayor parte de los edificios con valor histórico pertenecen a la Iglesia, y suponen un importante atractivo turístico que beneficia a todos. Cuando se habla del patrimonio de la Iglesia hay que saber que la mayor parte de los inmuebles están destinados al culto, o a alguna labor de la Iglesia (caritativa, educativa o asistencial), y no producen rendimiento económico a la Diócesis; una pequeñísima parte, las antiguas capellanías, se gestionan por el ecónomo diocesano,  cumpliendo las normas dictadas tras la publicación del Código de derecho canónico de 1983, para destinar sus rentas al Fondo de Sustentación del Clero al que pertenecen; y otra pequeñísima parte se destinan a obtener recursos para sostenimiento de templos, pastoral y actividad caritativa. Por ello, sin las aportaciones de los fieles, y ciudadanos en general, no sería posible realizar la importante labor de la Iglesia.

¿Y sin ayuda institucional?

–La administración autonómica hasta 2013 mantenía una convocatoria anual de ayudas para la rehabilitación del patrimonio histórico. Con esas ayudas se han podido realizar la rehabilitación integral de templos, pero por desgracia, no dio tiempo para solicitar la ayuda para la ejecución de un proyecto de rehabilitación integral de la Iglesia de Santa María La Mayor Coronada de Medina Sidonia. Esta iglesia que tiene un altísimo valor artístico y que bien podría ser una catedral y estar incluida en el plan de catedrales. Por otro lado, con un acuerdo con la administración autonómica para la conmemoración del Bicentenario se pudo rehabilitarse el Oratorio de San Felipe Neri a cambio de una cesión temporal. Actualmente ejecutamos obras en Ceuta, con una subvención concedida por la ciudad de Ceuta de 250.000, y hemos licitado una obra en el Santuario de Nuestra Señora de África, también gracias a una subvención, y esperamos hacerlo pronto con la pequeña obra en la Catedral de Ceuta.    

También optáis al 1% cultural.

–Hemos pasado el primer corte y estamos pendientes de aportar documentación complementaria para intentar obtener la ayuda. Es un proyecto muy importante y necesario que beneficiará a la Parroquia de Santa Cruz, y a toda la ciudad. La Diócesis tiene que aportar el 25%, más los conceptos no subvencionables lo que supondrá un importante esfuerzo económico.

La crisis migratoria puso a prueba a la Iglesia.

–Ayudamos en la medida de nuestras posibilidades. La Diócesis cuenta con una delegación de migraciones que actúa en todo el territorio diocesano durante todo el año, directamente o a través de otra entidades, como la Fundación Tierra de Todos que cuenta con un centro en Cádiz en el edificio conocido como Casa del Obispo. En Ceuta se cuenta además, con el Centro San Antonio para la atención de inmigrantes; y las caritas parroquiales, que unidas con la Caritas diocesana de Ceuta, y el resto de los recursos antes mencionados, han trabajado en esta crisis, en coordinados con la delegación de migraciones de la Conferencia Episcopal. Llegamos a repartir 700 raciones de comida al día.

Todo ello en plena pandemia.

–La pandemia es completamente excepcional. El obispo publicó un decreto, que mantenía los templos abiertos, en el convencimiento de que la Iglesia en estas circunstancias -con prudencia y siguiendo las normas sanitarias- debía atender las necesidades de los fieles. Las parroquias se han volcado en ayudar a través de sus caritas parroquiales, y se han visto desbordadas por las peticiones de ayuda de familias, que de un día para otro, se han visto incluidos en un ERTE, y sin cobrar durante meses. También hay que señalar que la feligresía aumentó considerablemente las ayudas.

Por fin vuelven las procesiones.

–Para un católico siempre es una buena noticia que vuelva el culto público, porque es importante la manifestación pública de la fe. Creo que es una buena noticia para los católicos, y la ciudadanía en general, porque la Semana Santa supone también un atractivo turítico, y anima a la economía de la ciudad.

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