“Vuelve a casa vuelve, vuelve a tu hogar, que hoy es Nochebuena y mañana Navidad (…)”. ¿Quién no conoce la pegadiza canción del anuncio del turrón El Almendro que a lo largo de estos 40 años ha logrado el retorno por Navidad a casa de los seres queridos desde todas las partes del mundo?Pues por primera vez en cuatro décadas El Almendro tampoco volverá a casa por Navidad ni inundará la televisión del tradicional anuncio con su sintonía. La conocida marca que apela a la emoción de los reencuentros familiares no tendrá spot debido a las recomendaciones sanitarias de limitar las reuniones familiares y extremar las precauciones para evitar que la tercera ola del coronavirus irrumpa en nuestras vidas a principios de año. Su ausencia refleja una realidad que tienen asumidas muchas familias para estas fiestas, especialmente las que son muy numerosas o tienen a muchos de sus miembros fuera, aunque los hay también que volverán extremando las precauciones.
La también jerezana Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanos (Cs y que todos los años pasa las fiestas en Jerez con sus padres y sus hermanos ha anunciado que pasará sus primeras navidades desde que es madre sola con su marido y su hijo en Madrid por “prudencia” y por “responsabilidad”.En este reportaje recopilamos el testimonio de cinco jerezanos que viven fuera.
Marta Fuentes (Birmingham): “Creo que el mejor regalo que le puedo hacer a mi familia es quedarme aquí y que ellos estén sanos”
Estas navidades serán las segundas en 11 años que la jerezana Marta Fuentes no pase con su familia en su tierra desde que se trasladó a Birmingham para empezar una nueva vida con el que entonces era su pareja. Lleva desde marzo teletrabajando y en aquellas fechas “tenía claro que volvía a casa por Navidad”, pero tras pensarlo “muy seriamente” ha tomado la decisión de no viajar para protegerles y “por conciencia social”. “Ya nos lo están diciendo las autoridades, hay que quedarse en casa y hacer vida controlada, aquí estamos en el Tier 3, con restaurantes y bares cerrados y muchas ciudades han pasado al 4, que es como el confinamiento. Yo creo que el mejor regalo que puedo hacer a mi familia es quedarme aquí y que ellos estén sanos. Ya habrá más navidades para compartir en familia”, señala Marta, a quien sus padres le han mandado un paquete con comida típica española y regalos para Eric, su hijo pequeño, para sentirlos un poco más cerca de ellos. No se ven desde febrero. Aunque lo que más miedo le da es “que mi peque y yo cojamos el virus en el avión o el aeropuerto y lo llevemos a casa de mis padres”, también le echaba para atrás tener que desembolsar 200 euros por cabeza en PCR para ella y su hijo, dado que son obligatorias para salir de Reino Unido, y tener que hacer cuarentena a la vuelta (de 5 o de 14 días para evitar pagar otra PCR, mientras que el pequeño no puede faltar al cole porque multan), además del gasto de los billetes de avión. Tampoco llevaba demasiado bien la idea de utilizar mascarilla obligatoria “constantemente”, dado que en Birmingham son “aconsejables” para sitios cerrados, medios de transportes públicos “y poco más”, así como no poder alternar con sus amigos, por lo que entiende que “lo más prudente e inteligente es que cada uno se quede en su casa”. En su caso, ella y Eric pasarán la noche del 24 de diciembre en casa del padre de su hijo, su novia y la hija que acaban de tener.
Pepe Cabral (Barcelona): “Forzar con tal de vernos en Navidad genera un riesgo innecesario”
Pepe Cabral lleva desde 2007 residiendo en Barcelona y desde entonces se ha perdido muy pocas fiestas navideñas con su familia en Jerez. Si se ha dado el caso de que estaba en el extranjero por esas fechas, ha intentado ir a principios de diciembre por el Puente de la Inmaculada o en enero a modo de viaje relámpago para ver a sus padres y a sus sobrinos y de este modo estar todos juntos “antes o después de las fiestas”. De hecho, tenía un billete de avión que sacó en agosto “cuando aún no veíamos la dureza de la segunda ola” para volar a principios de diciembre. Un vuelo que fue cancelado por Vueling cuando se confirmó que el rebrote “era más peligroso de lo que parecía”. Este año no podrá darse ni un escenario ni otro, pero tiene claro que, “aunque quiera, mi responsabilidad moral me dice que no vaya todavía”, señala a este periódico. Es ingeniero industrial y por el cargo que tiene en su empresa “tengo que tener mucha relación con bastante gente. Aunque este año no haya viajado al extranjero como acostumbro por el tema del coronavirus, he tenido mucho trajín de trabajo y podría ser peligroso para ellos porque ya son mayores”. Él tiene la suerte de que en Barcelona vive otro de sus cuatro hermanos con su cuñada y sus sobrinas, con el que sí irá a cenar en Nochebuena con su pareja, mientras que sus padres, que tienen 72 y 78 años, estarán con sus otras dos hermanas, que viven en Jerez y en Sevilla. “Me da un poco de pena, pero sé que están bien de salud y que van a estar acompañados. Forzar con tal de vernos en Navidad genera un riesgo innecesario. Esperaré a que pase la tormenta”, concluye.
Miguel Barranco (Mallorca): “En Mallorca tengo mi pequeña burbuja; no soy un peligro para mi familia”
Miguel Barranco, biólogo marino jerezano, lleva 20 años trabajando en una piscifactoría de Palma de Mallorca. Dos décadas en las que ha procurado venir a Jerez en algunas de las fechas señaladas del calendario navideño. Este año, salvo cambios de última hora, también lo hará, aunque será una visita un poco relámpago, con el tiempo justo para ver a sus padres. Volará el día de Navidad y regresará a Palma el 28. Cuatro días que exprimirá al máximo estando en casa con los suyos. “No los veo desde el verano y están un pelín regular, si les preguntaba me iban a decir que no viniera, así que me saqué el billete y ya dependiendo de las circunstancias, tomaría la decisión de ir o no”. Finalmente, vendrá a Jerez, extremando las precauciones en el viaje, que es lo que más le preocupa. “Yo voy limpio, tengo más riesgo de que me lo pegue el de al lado del avión, porque me parece una barbaridad que se pueda comer en el vuelo con lo que está cayendo. Iré en plan paranoico, sin tocar nada y con guantes. Yo aquí en Palma tengo mi pequeña burbuja, voy de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa, a pescar y poco más. No soy un peligro para mi familia. No me siento en una terraza a tomarme una cerveza desde el verano. Mis padres asumen más riesgo viendo a sus nietos que viéndome a mí”, indica a este periódico. A la vuelta, el Gobierno balear le exige una PCR, que es gratuita, a la hora de retornar de la península para los residentes que pasen más de 72 horas fuera. En su caso serán 80, pero el centro concertado más cerca para hacérsela está en Sevilla. “Llego el viernes 25 que es fiesta, me coge todo el fin de semana en Jerez y el lunes me vuelvo; así que si me lo hago el lunes voy sin resultados, aunque también tengo la opción de hacerme un test de antígenos a la vuelta. No creo que me pongan pegas”.
Belén Molina (Mainz): “Voy a pasarme toda la noche con videollamadas”
Estas serán las primeras vacaciones de Belén Molina, de 25 años, lejos de su familia. Hace dos años que se mudó a Mainz, en los alrededores de Frankfurt (Alemania), donde empezó a trabajar como ‘Au pair’ para aprender alemán. A diferencia de lo que ocurrió en marzo, la situación ha empeorado considerablemente y la pasada semana ya se decretó el cierre de comercios no esenciales, así como la clausura de las escuelas y las guarderías. No obstante, cuando todo se ha complicado, Belén ya había tomado una determinación que, como reconoce, “me ha costado mucho aceptar”. La falta de seguridad que le daban las compañías a la hora de contar con los vuelos, como ya le ocurrió en la primera ola, en la que tuvo hasta tres cancelaciones, el tener que hacerse PCR obligatoria a la vuelta y el miedo a contagiarse en el aeropuerto y transmitírselo a sus padres y su tía, que es mayor, han hecho que finalmente se quede en casa. “No me merece la pena que para tan pocos días tenga que gastarme un dineral en PCR y luego tener que hacer cinco días de cuarentena, porque además se supone que el curso lo empiezo el 5 de enero”, señala apenada por no poder estar con lo suyos en su época preferida del año, en la que además es su cumpleaños.
“Al principio estaba un poco depresiva, todavía estoy mal, porque para mí es el único momento en el que paso más tiempo con mi familia y, además, es mi cumpleaños”. Para aliviar un poco su morriña, sus padres le enviaron un paquete con jamón, chorizo y queso, polvorones y turrones, además de regalos de Navidad y de cumpleaños, con la mala suerte de que fue devuelta a España 24 horas después por un malentendido del cartero. “Aquí en Alemania en los buzones sólo ponen el primer apellido, y mi paquete venía con los dos, cuando fui a preguntar me dijeron que ya iba de vuelta. Ahora mi madre está esperando para mandármelo otra vez. Esto es un caos”, apunta sin ocultar su enfado. Su plan B será pasar la Nochebuena en casa con su novio, “con una cena algo más especial, aunque sé que voy a estar mal”, y hablar con su familia por videollamada “casi toda la noche”. En Alemania, “al estar las cosas regular” sólo permiten reuniones de cinco personas, por lo que en su familia política se han organizado para que unos acudan en Nochebuena y otros en Nochevieja.
María (Núremberg): “En un día hicimos la maleta y nos vinimos en coche desde Alemania”
María, su marido y su hijo llevan tres años viviendo en Núremberg y nunca faltan a la cita con la Navidad en Jerez, su tierra natal. Una tradición que van a poder seguir cumpliendo gracias a su coche después de la mala experiencia que tuvieron con las compañías aéreas en la primera ola cuando regresar a Jerez se convirtió en una odisea por culpa de las cancelaciones y los cambios de billete. “Fue una locura. Esta vez no nos pasa”, señala María ya desde Málaga, una semana después de llegar a España en su coche. “Si no nos lo hubiéramos tenido el coche, nos hubiéramos quedado en Alemania, menos mal que en previsión por lo que pudiera pasar, decidimos llevárnoslo en septiembre”, apunta esta jerezana, que reconoce que adelantaron el viaje tras el anuncio de Merkel la pasada semana de cerrar bares, restaurantes y colegios al complicarse la situación sanitaria por la pandemia. “En un día decidimos hacer la maleta y venirnos a Jerez. “El viernes y el sábado recogimos todo y el domingo salimos”. Tras nueve horas de carretera, hicieron noche en Castillos del Loira (Francia) y al día siguiente continuaron hacia Madrid, donde hicieron noche, para dirigirse a Málaga, donde tienen casa y han estado estos días antes de llegar a Jerez. Aquí se reencontrarán con su padre, que vive solo, y con quien pasarán las fiestas “tomando todas las precauciones”, apunta, tras reconocer que lo de venir desde otras provincias o países “es una decisión muy personal”. “Tenemos un niño de cinco años que monta el árbol con su abuelo y mi marido y yo podemos teletrabajar desde casa y no tenemos una vida social activa en Alemania. Allí a las cuatro y media es de noche y la gente está en casa”. En ese país, explica, los niños en la primera ola han recibido una ayuda de 300 euros por coronavirus y los negocios cerrados perciben el 70% de las pérdidas.