El tiempo en: Estepona
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Jaén

Largo fin de curso para docentes “agotados”

VIVA JAÉN recoge el testimonio de una maestra y una jefa de Estudio del colegio ‘María Zambrano’ de la capital

Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai

Susana Piqueras (jefa de estudios) y Ana Quirós (maestra) del María Zambrano de la capital.

El colegio muestra mensajes de despedida entre alumnos y profesores.

El curso escolar 2019-2020 ha finalizado y la cuenta atrás para un mes de junio sin fiesta de fin de curso ha sido “interminable” para los docentes, que en marzo cambiaron las aulas por sus hogares y la formación presencial por la online, “de la noche a la mañana, sin preparación y con mucha improvisación”, por la pandemia del Covid-19.

VIVA JAÉN recoge el testimonio de dos docentes, una maestra y una jefa de Estudio, ambas del colegio ‘María Zambrano’ de la capital, que reconocen que han sido tres meses que comenzaron como “una pesadilla” y que han finalizado con “desgaste emocional y físico”, entre otras secuelas. “Nos fuimos de clase de un día para otro, para trabajar en casa y desde el ordenador. Desaparecieron las aulas y los alumnos. Hasta que todos hilamos el trabajo, hubo mucho desconcierto y agobio. Hacía lo que pensaba que era más coherente, pero no sabía qué situación estaban viviendo las familias y dio la cara. No todas tenían las mismas posibilidades”, recuerda Ana Quirós, maestra de Educación Artística con 300 alumnos a su cargo.

El trabajo docente varió antes y después de Semana Santa, cuando se conoció que no volverían a las aulas. “Ha habido todas las modalidades de enseñanza. Se han mandado los trabajos de clase de todas las maneras, para afrontar las distintas realidades de las familias y no agobiar”, dice. Eso ha conllevado estar “noche y día inmersa en el trabajo, sin tiempo personal, con buena actitud, pero con tristeza, cansancio y estrés”. Dice: “Estoy como si me hubiera metido en un pozo. Ha sido una pesadilla. No veía el final. Ha faltado la sensación de cerrar un proyecto que queda en el aire y la factura emocional y física ha sido brutal”.

Para hacer frente a la carga de trabajo tuvo que actualizar su equipo informático y contratar más potencia en la Red. “Soy madre de dos universitarios y éramos tres en casa con formación online”, apunta.

El teletrabajo ha sido como “una clase de apoyo prolongada con las familias”. Señala: “Los padres se han puesto las pilas al faltar nosotros”.

Cuatro días antes de decretarse el estado de alarma, Susana Piqueras fue nombrada Jefa de Estudios. Madre de pequeños de 3 y 5 años, es maestra de Lengua, Naturales y Sociales de 125 alumnos (4º y 6º de Primaria). “Físicamente estoy agotada. Trabajaba hasta tarde, me levantaba muy temprano y no descansaba. Ha sido un reto y se ha hecho largo. He vivido momentos de nerviosismo. Al principio, la incertidumbre fue horrible. Ha sido una experiencia para no repetir. No estamos hecho para enseñar a través de las pantallas”, dice Piqueras.

Ambas reconocen que los docentes se han volcado, tomando conciencia de que “había que ponerse las pilas y resolver la situación durara un mes o tres”. Los alumnos “han respondido al trabajo online en la mayoría de los casos”, coinciden.

El rendimiento ha sido “un poco más bajo en general”, con sorpresa por alumnos que en clase estaban disperso y que han mejorado por el apoyo de las familias. “Hemos sido como psicólogos. Nos hemos acercado a las familias, que se han volcado. No sabíamos si agobiábamos a las familias. Ha sido importante el contacto con las madres delegadas de aulas. La motivación ha ido decayendo. Se motiva más en el colegio”, afirma Susana Piqueras.

Quirós reconoce que “hay alumnos que han participado de una manera brillante”, pero el aprendizaje les ha costado “más esfuerzo y tiempo” que si hubieran mantenido la enseñanza presencial.   Ante una vuelta a las aulas “incierta”, Quirós plantea que “hay que reflexionar cómo encarar la educación para no fracturar más la soledad en la que han vivido este tiempo, sin menoscabar la calidad docente que estaba en las aulas, para que los alumnos trabajen desarrollando las competencias como la tienen que desarrollar”.

Defienden que se ha ganado en “autonomía e independencia” en la realización de los trabajos, incluso en la corresponsabilidad en los hogares. “Nuestros alumnos nos han demostrado que son capaces de dar mucho”, comparten.

Se ha visto en la evaluación, en la que los trimestres 1º y 2º han tenido más peso, ante un 3º con actividades de refuerzo para consolidar el aprendizaje.

Sin fiesta de fin de curso, un puzzle enorme de papel recoge mensajes entre compañeros y para los maestros en las vallas del centro. A propuesta de Infantil, la actividad ‘Abrazos’ muestra más dedicatorias, en corazones de papel. “Es una  despedida colectiva”, terminan.  

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN