Pablo Picasso renueva desde este martes su piel a través de la nueva colección permanente del Museo Picasso de Málaga, con 120 obras del artista, que se ha podido instalar en pleno confinamiento por el coronavirus gracias al trabajo de sus comisarios, conectados por medios telemáticos.
Como "dramático" ha calificado este lunes en una presentación telemática Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista, el hecho de no haber podido estar presente durante la instalación de la colección, que se nutre de fondos del Museo y de obras prestadas por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA).
Bernard, que preside el consejo ejecutivo del Museo, ha apuntado que la presentación de las obras, antes más cronológica, pasa a ser ahora temática, y ha avanzado que ya empezarán a trabajar en la siguiente colección, a partir de 2023, cuando se cumplen cincuenta años de la muerte de Picasso y veinte de la apertura de este Museo.
"Estoy muy alegre de que, pese a las dificultades de estos tiempos, hayamos podido colaborar en este proyecto común. El Museo ya está abierto y necesitamos cultura", ha proclamado Bernard.
Por su parte, Pepe Karmel, profesor del Departamento de Arte de la Universidad de Nueva York y comisario invitado, ha resaltado desde esa ciudad algunos de los hitos de la nueva colección, como el tapiz de 1958 a partir de "Las señoritas de Aviñón" creado para reinterpretar el lienzo de 1907.
Ahí se combinan "figuras de la Grecia antigua con rostros de máscaras africanas", y de la mano de Picasso se produce "la entrada de la geometría en el arte moderno".
En "Mujer desnuda" (1908) ya hay "un triunfo absoluto de la geometría", según Karmel, que ha precisado que, frente "al estereotipo que dice que el cubismo lo hace todo plano, se ve el carácter tridimensional del cuerpo femenino".
Mientras, en "Desnudo de mujer de pie" (1910), el cuerpo es "como una construcción mecánica hecha con chapas y cilindros" con piezas que no encajan "y dejan que el interior de la mujer fluya al exterior", en lo que considera "la mayor revolución del arte del siglo XX".
Otro cuadro como "Olga sentada" (1923) corresponde a lo que Karmel denomina "los años intermedios", cuando a partir de la década de los 20, "Picasso ya es reconocido como el líder de la vanguardia, pero vuelve a sorprender retornando a la figuración".
"Sin embargo, estas obras son mucho más radicales de lo que parecen, con una Olga con líneas muy finas en la que los contornos quedan incompletos y se crea una nebulosa", advierte el comisario, que destaca también de este época "Las tres gracias" (1923), "basadas en la estética del arte etrusco pero con el ideal de feminidad del siglo XX".
En "Bañista con balón" (1929) Picasso "vuelve a cambiar de trayectoria y se convierte en líder del surrealismo", y en los años 30 es "simultáneamente surrealista y clásico" y en algunas obras "inventa una versión propia de la mitología griega en la que muestra lo bestial de lo humano y lo humano de la bestia".
"Busto de mujer" (1949) y "Cabeza de mujer" (1948) se enmarcan en los "años tardíos" de Picasso, quien en esa época hablaba en entrevistas de la pintura "como un lenguaje de los signos", ha recordado Karmel.
En la nueva colección está también la emblemática escultura "Cabeza de toro" (1942), de cuando Picasso "vive en un mundo de signos, redescubre parecidos ocultos entre los objetos y asemeja el sillín de la bici a la cabeza de un animal y coloca el manillar curvado en forma de astas de toro".
También está la "Maternidad" (1970), "una parodia alegre de la Virgen y el Niño, éste con una pierna levantada que es una obra de arte del escorzo, como de Miguel Ángel, pero Picasso lleva aquí la atención del espectador a las partes íntimas del bebé, cosa que evidentemente no habría hecho Miguel Ángel".
La nueva colección aproxima al público a un artista "que con 90 años continuaba reinventando la pintura", ha resaltado el comisario.