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Cádiz

Una historia de calor y Navidad

Personas sin hogar o con escasos recursos de Cádiz reciben los regalos de las estrellas de Calor en la Noche

  • Uno de los usuarios de Calor en la Noche abraza su regalo. -

Cada Navidad suceden cosas maravillosas. Un año tras otro se hace la magia, se cumplen deseos que incluso le pueden cambiar la vida a una persona. Lo sabemos porque lo vemos en nuestros televisores. Nos basta con hacer un repaso por la oferta de nuestra plataforma de streaming favorita para encontrar esa película o serie en la que comprobar cómo en Navidad todo es posible.

Y así es. Lo que pasa es que esas historias que vemos desde el sofá no son reales. Hay otras que sí lo son. Historias de ilusión, de generosidad, de magia, de calor y Navidad. Pero esas normalmente no se conocen. De hecho, ni siquiera nos interesan.

Es la historia de muchos que no tienen casi nada, pero que también tienen necesidades y anhelos, sueños por cumplir, abrazos por dar y, sobre todo, por recibir. Es la historia de Juan Carlos. Gaditano, cincuenta y seis años, padre, hijo, amigo. Podría ser la de cualquiera de los que leen estas líneas (aunque dentro de un rato piense que no, que a usted esto no le puede pasar).

La reforma laboral le abrió la puerta al despido en una entidad profesional para la que llevaba trabajando haciendo labores administrativas, “fundamentalmente de facturación”, desde hacía 39 años. Porque Juan Carlos siempre fue un currante, de hecho su primer contrato lo firmó con 15 años. Corría el año 2012, en plena crisis. Esa que nunca se termina de ir y que siempre amenaza con volver. Una situación familiar complicada le lleva a volver a casa de sus padres, enfermos ya, necesitados de cuidados. Allí llega de forma provisional y no allí, pero sí así, cada vez más solo, cada vez más pobre, cada vez más desubicado, sigue viviendo.

Y es también la historia de Margarita. También gaditana, también afrontando ya sus últimos años de vida laboral, también madre, también hija, también amiga. Ella sí mantiene su trabajo, pero también vive sola, La diferencia es que Margarita tiene planes y gente con la que compartirlos.

Pues bien, Juan Carlos y Margarita comparten cada semana un desayuno, el que a diario, los 365 días del año, reparte la Asociación Calor en la Noche. Él se sienta a comer y ella se lo sirve. Porque Juan Carlos es una de las 1.500 personas que en los tres últimos años han pasado ya por el comedor del colectivo. Gente, como él, con pocos recursos. Muchos de ellos sin ni siquiera un techo bajo el que refugiarse en noches tan duras como las que estamos pasando estos días. Allí recibe la ayuda de voluntarios como Margarita, que dedica parte de su tiempo a los demás. En este caso a preparar y servir un desayuno, una tostada, una taza de café y, sobre todo, su cariño. “Mis compañeros en el turno de los domingos en el comedor me riñen algunas veces porque me siento con ellos a charlar, pero a mi no me importa y sé que a ellos tampoco. Para eso estamos allí”, confiesa.

Esos días en los que está Margarita en el comedor los pone Juan Carlos “en verde en el calendario”, porque “todos los días los voluntarios son amables, pero hay personas como ella con las que conectas de una forma especial”. Y justo uno de esos días la propia Margarita ayudó a Juan Carlos a escribir su carta a las estrellas de la Navidad. “Lo que de verdad me hace falta es un microondas para poder calentarme por la noche una lata de comida o un vaso de leche, pero eso no me lo van a regalar porque se pasa del presupuesto”, le comentó Juan Carlos. La respuesta de ella: “Bueno hombre, tú pídelo, quién sabe. Si no, te regalarán otra cosa que te haga falta”. Y así lo hizo. Lo que no se imaginaba es que cuando Margarita recibía la carta de uno de los usuarios de Calor en la Noche que pedían su deseo dentro de la campaña Estrellas de la Navidad, la que llegaba a sus manos era precisamente la suya.

Hay otros Juan Carlos, otras Margaritas, que no se conocen de nada, pero en este caso la magia de la Navidad reunió a los que se encuentran cada domingo temprano en el local de la avenida Campo del Sur, 22 y obró su milagro. Este sábado, Juan Carlos abría un regalo que pesaba mucho y que le va a servir para calentarse por las noches una lata de comida o un vaso de leche, aunque se pasaba del presupuesto.

Ya juntos, Juan Carlos le daba las gracias personalmente a Margarita por el regalo, el único que espera recibir estas Navidades. Emocionado cuenta que esta fechas son muy duras, “porque te vas acordando de todo lo que has ido dejando atrás”, pero que gestos como el de este día le llenan de esperanza. Este año ha tenido suerte. Y tiene la ilusión de que, “si me toca un cupón que tengo en el bolsillo, voy a volver a Calor en la Noche pero de voluntario. Ojalá...”.

Margarita lleva dos años como voluntaria, tanto en el comedor de desayunos como en los equipos que hacen las rondas nocturnas para repartir caldo caliente, café o ropa interior a las personas que pernoctan en la calle en Cádiz. Son 106 en la capital según el último censo elaborado por el Ayuntamiento y los colectivos que trabajan con este sector de población. Explica que es una labor que “engancha”. Es lo que pasa cuando recibes mucho más de lo que das. También que afecta, porque “cuando alguien falta a los desayunos ya te temes lo peor. Al enterarme de que cualquiera de ellos ha muerto en la calle paso días muy afectada”. Pero ahí sigue Margarita. Sobre el regalo de Juan Carlos dice que lo compró “de todo corazón”. Se le ilumina la mirada cuando le da la mano y reconoce que “es muy buena gente. Intenta ganarse la vida vendiendo cosas que hace él mismo en la calle”. “Pero la Policía Local está pendiente y como no tengo licencia al final con las multas no me sale a cuenta”, tercia él.

Tras desearse felices fiestas, la propia Margarita coloca el regalo en un carrito que ha traído expresamente para que Juan Carlos pueda llevarse su microondas hasta su casa y se despiden hasta el próximo domingo.

Esta es una de las más de 400 historias que están detrás de los regalos que ha entregado la asociación Calor en la Noche en el Salón de Actos del Colegio La Salle Viña, donde nació este colectivo que ya lleva trabajando atendiendo a las personas sin hogar de Cádiz desde hace más de 15 años. De Cádiz y también de Chiclana, San Fernando, El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, porque la labor de esta asociación, que se mantiene gracias a las cuotas de sus socios, a colaboraciones puntuales de particulares y empresas y a pequeñas ayudas públicas, sigue extendiéndose por diferentes puntos de la provincia.

La respuesta de este año a la campaña de Estrellas de la Navidad ha superado todas las expectativas. En torno a 200 personas pidieron su deseo, pero fueron más de 400 las que quisieron hacer el papel de estrella. Muchos lo han hecho a título individual, pero también han sido numerosos los que han querido hacerlo en familia o en grupos de compañeros de trabajo o de clase. Se ha dado respuesta a cada uno de los usuarios del colectivo que escribió su carta y también se han hecho regalos colectivos. De hecho, no han sido pocos los que en su carta han pedido un regalo para sus amigos o compañeros.

Especialmente emotivo han sido el momento en el que Valdas recogía una caseta de campaña que había pedido para su amigo Sergi y para otros que no tienen donde meterse en las noches más duras. Otro regalo especial era el que pedía en su carta Maliek, un inmigrante que tras haber participado en un curso de artesanía organizado por una voluntaria de Calor en la Noche solicitaba material de dibujo para que diez de sus compañeros puedan buscarse la vida creando arte con sus propias manos.

Y así muchos más. Todos recogieron sus regalos felices. Hubo muchos chaquetones, ropa de abrigo, zapatos, utensilios de cocina, mochilas. Todo necesario. Poco accesorio, más allá de alguna caja de bombones que las estrellas han querido sumar a su regalo. Y sin duda los regalos más agradecidos han sido las cartas de felicitación que las estrellas han mandado a cada una de estas personas que, en casi todos los casos, leyeron para sus compañeros hasta que las lágrimas les cortaban las palabras.

Ha sido un día de emoción y también de llamada de atención. La realidad de estas personas continúa siendo igual de dramática una vez que salen por las puertas de La Salle. Personas todas que apenas cuentan con recursos para vivir en condiciones dignas, decenas de ellas sin hogar. Otros con un techo y poco más.

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