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Sevilla

Las bellas imperfecciones de la Alhambra

Un estudio documenta por primera vez y gracias al escáner láser 3D las "importantes deformaciones" en los mocárabes del monumento Patrimonio de la Humanidad

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  • Imagen donde se observan las deformaciones. -

Un grupo de expertos de la Universidad de Sevilla y la Universidad de Granada ha descubierto importantes deformaciones en los mocárabes de la Alhambra de Granada. A través de un estudio pionero y la precisión del escáner laser 3D, se ha podido comprender mejor la configuración de estos frágiles elementos arquitectónicos del siglo XIV caracterizados por su compleja agrupación geométrica tridimensional. Esto permite conocer nuevos detalles de un monumento considerado Patrimonio de la Humanidad.

Para ello se han analizado los dibujos publicados por los arquitectos Owen Jones y Jules Goury en 1842-1845 de las pechinas de la Sala de la Barca, junto al salón de Embajadores en el Palacio de Comares, y se ha comprobado que su formulación teórica sobre el proceso de agrupación geométrica no se ajusta a la realidad en este caso. Las nuevas imágenes obtenidas permiten conocer y dar a conocer de forma fidedigna las complejas formas de los mocárabes y facilitan su mejor preservación para generaciones venideras.

“Por primera vez, en este artículo se documentan y se analizan deformaciones que hasta ahora eran prácticamente desconocidas en la bibliografía científica”, afirma el profesor de la Universidad de Sevilla y coautor de este trabajo, Antonio Gámiz.

Los mocárabes –o muqarnas- constituyen uno de los más singulares episodios arquitectónicos de la Alhambra nazarí y del arte islámico medieval por su sofisticada construcción geométrica tridimensional, cuyo trazado es aún hoy poco conocido. Son pequeños prismas que se yuxtaponen y agrupan generando una gran diversidad de configuraciones espaciales. Su composición se adapta a situaciones arquitectónicas muy diversas en bóvedas, arcos, capiteles y cornisas. Alcanzaron gran virtuosismo durante el reinado de Muhammad V (1354-1359 y 1362-1391) en el que se acometieron obras cruciales en los palacios de la Alhambra.

“Aunque se trata de materiales frágiles, como el yeso, producen efectos visuales sorprendentes. Cualquier persona que haya visitado este monumento seguramente recordará con cierta admiración las sofisticadas composiciones tridimensionales con mocárabes, así como sus ritmos y secuencias sutiles, que guardan relación con la música y la poesía”, enfatiza el profesor Gámiz.

Ante estas deformaciones los investigadores señalan distintas hipótesis. Por un lado, se puede pensar que fueron concebidas desde el propio diseño previo a la construcción las pechinas de la Sala de la Barca por los artesanos nazaríes para adaptar la compleja geometría de los mocárabes al arco de circunferencia en el que se apoya la bóveda superior. Para resolver ese difícil problema geométrico deformarían sus piezas de la forma más armoniosa posible.

Por otro lado, también se han detectado deformaciones debidas a desplazamientos constructivos horizontales. A lo largo de siglos la Alhambra ha sufrido incendios, explosiones, terremotos, falta de mantenimiento, etc. Estas eventualidades han provocado pequeños movimientos en los muros que sustentan las pechinas, que hoy no forman entre sí ángulos exactos de 90 grados. Respecto a deformaciones verticales, cabe pensar en asentamientos diferenciales del terreno debidos a las distintas cargas soportadas por los distintos muros, especialmente el de la torre de Comares, y por ello algunos arranques de mocárabes de un mismo nivel no se sitúan a similar altura.

Para esta investigación se ha utilizado un escáner 3D del Área de Ingeniería Cartográfica y al SMlab (Survey and Modelling Lab of Architectural Heritage) de la Universidad de Granada, del que forma parte Juan Francisco Reinoso Gordo, doctor ingeniero en geodesia y cartografía, profesor titular de dicha Universidad y coautor de este artículo. Ignacio Ferrer Pérez-Blanco, arquitecto y también coautor, realiza su tesis en el programa de Doctorado en Arquitectura de la Universidad de Sevilla, dirigida por Antonio Gámiz Gordo, y tras una estancia en la École Polytechnique Fédérale de Lausanne, en Suiza, trabaja allí como asistente científico. Esta investigación ha contado con la colaboración del Patronato de la Alhambra y Generalife.

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