Entre que Casado se va a Bruselas e Iglesias a la cárcel (no se ría, por favor) los presupuestos se pueden calificar como los más viajeros que hasta el momento han existido. Además, a nadie se le escapa que el presidente Doctor Sánchez está utilizando a Italia como coartada para que la Comisión Europea haga la vista gorda a unos presupuestos que vulneran las reglas del juego europeo. Mi padre, que era un hombre de números, solía decir que el papel lo aguanta todo. Si hoy estuviera aquí seguramente ya hubiera repetido esta frase en varias ocasiones.
Pero a mí lo que de verdad me preocupa es que el futuro de la economía de este país esté de nuevo soportado por los hombros de los más de 3 millones de autónomos que existen (mejor dicho, que existimos porque yo soy uno de ellos) a costa de la subida de nuestra cuota y el más que previsible aumento de los impuestos en general. ¿Así quieren que generemos riquezas, si nos quitan lo poco que nos queda al final del trimestre?
Mi economía se limita a un axioma muy simple: gasto menos de lo que ingreso. Y cuando me pagan una factura, dedico lo necesario de ese ingreso para pagar a mis proveedores sobre la marcha, porque no tengo ningún tipo de crédito bancario que me permita “jugar” con el dinero. Mis inversiones se limitan casi a lo necesario para poder desarrollar mi trabajo con el decoro y la excelencia que me exigen en la calle. Quizás todo esto no sea muy profesional, porque es más parecido a la clásica “cuenta de la vieja”, pero de momento es lo que tengo: no puedo pagarme aún un asesor financiero que mueva mis ingresos (risas en off…).
Alabo a los que redactan y elaboran los presupuestos, quizás por lo negado que he sido siempre para los números. Pero con el mismo ímpetu que reconozco el trabajo de esos técnicos, desprecio a los que les dictan las instrucciones políticas para su elaboración. Sé que quizás esto se entienda como demagogia, pero me gustaría perder una mañana para arreglar los presupuestos generales. Me explico: únicamente me hace falta un rotulador rojo (a ser posible de trazo generoso), los presupuestos en papel y los técnicos que los han elaborado junto a mí, por si les tengo que preguntar cosas…
Sí, usted también puede hacerlo, porque sabe de lo que hablo. Usted tacharía las mismas partidas que yo, esas destinadas a coches oficiales, ayudas a viviendas de los parlamentarios y senadores, dietas, así como realizaría una rebaja en las partidas dedicadas a los salarios.
Si al final no va a ser tan difícil esto de la macroeconomía.