Sánchez y su ejecutivo han cumplido sobradamente ya los 100 días de gobierno y con toda probabilidad no han sido los mejores. Venimos hablando de ello en esta tribuna desde hace dos semanas: la descoordinación interministerial, las rectificaciones en asuntos que preocupan a la opinión pública, las dimisiones de dos de sus ministros y la falta de respaldo (aún quizás no del todo explícito) de quienes le apoyaron en la moción de censura, son algunos de los aspectos que han golpeado con fuerza la línea de flotación de Moncloa.
La maquinaria electoral del PSOE se ha puesto en marcha con la constitución del comité de campaña, algo que en principio solo era para los comicios municipales, autonómicos y europeos de 2019. Pero ya no se niega que se pueda priorizar en el futuro cercano para elecciones generales: están testando si la desconfianza ha calado o no en el votante. Las encuestas intentan analizar más que los apoyos de los votantes si es conveniente o no un adelanto electoral. Y es que el propio presidente ya ha manifestado que la aprobación de los presupuestos va íntimamente ligada a la finalización anticipada de la legislatura. También son destacables las declaraciones de José Luis Ábalos, uno de los ministros de confianza, que ha reconocido que si no se pueden presentar presupuestos habría que ir a las urnas.
A pesar de que Sánchez diga que va a gobernar hasta agotar la legislatura en 2020, es de dominio público que iremos a votar el próximo año: a nadie se le escapa que no podrá lograr el objetivo de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene. Y esto le abocaría al adelanto electoral.
El presidente apela a la “corresponsabilidad de todos” los partidos: el apoyo es imprescindible para que vean la luz las nuevas cuentas. Todos. Unidos Podemos y el PNV pero también ERC y el PDECat. Pero la postura de Pablo Iglesias, que ha pedido días atrás la dimisión de la ministra de Justicia y está atento a la fiscalidad de Pedro Duque, a la que toca aplicar la medicina que tragó Maxim Huerta, está en entredicho, también porque el líder de Podemos se empieza a poner nervioso con la penalización que sus seguidores le dan por la forma incondicional que apoya al Gobierno.
Intentar lograr de nuevo la cuadratura del círculo que le hizo presidente del Gobierno parece a estas alturas algo difícil de conseguir para sacar adelante los presupuestos. Porque recordemos que, encuestas aparte, solo dispone del respaldo incondicional de 84 diputados.