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El Jueves

Dejad a los muertos en paz

Parto de dos premisas distintas hoy para escribir estas líneas: de un lado recuerdo que estas letras componen una columna de opinión...

Publicado: 25/07/2018 ·
21:32
· Actualizado: 25/07/2018 · 21:32
Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

Este blog aborda temas generales de actualidad, preferentemente de interés local en Sevilla

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Parto de dos premisas distintas hoy para escribir estas líneas: de un lado recuerdo que estas letras componen una columna de opinión, con plena atribución y autoría a este que ven ustedes en la fotografía de la cabecera, que firma con su nombre y apellido. Con la misma se puede estar o no de acuerdo, pero es mi opinión y por eso ya merece respeto. A mí sólo se me exige que respete a ustedes, los lectores de este periódico, cosa que creo que hago siempre.

La otra premisa es que no soy sospechoso de ser franquista, aunque tampoco tendría nada de malo el serlo. El dictador falleció cuando yo tenía 9 años de edad y a pesar de que en mi familia hay antecedentes para que le pudiera descalificar no voy a hacerlo, al igual que tampoco le voy a defender.

A partir de estas dos premisas, les dejo mi opinión semanal, con la cual me despido hasta el próximo mes de septiembre.

Se habla y mucho sobre la salida de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos, al igual que de la exhumación del general Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena. Se habla de la memoria histórica, del hallazgo de fosas, se busca con verdadero ahínco los lugares donde se cometieron (ojo, por ambos bandos) este tipo de tropelías, de ajustes de cuentas entre compatriotas. La puñetera guerra civil española (la cual escribo en minúsculas) hace ya 79 años que terminó y de la muerte de Franco han pasado ya 43. Y en este país seguimos removiendo estas cosas y hablando de lo mismo.

Me ha llamado mucho la atención la edad de algunos de los asistentes hace unos días al Valle de los Caídos a recordar, brazo en alto y cántico del caraalsol, la figura del dictador. Personas que ni llegaron a conocerle a tenor de su juventud. Pero lo mismo pude observar frente a la Basílica de la Macarena entre  los que se manifestaban para que los restos de Queipo abandonen el sacro lugar. Pero, ¿a qué estamos jugando? ¿Deseos de revancha pero contra quién? ¿Ganar alguna guerra nueva? ¿Saldar deudas pendientes?

Vivimos en un país en los que no son pocos los problemas que tenemos en el día a día. Y por esto mismo es necesario pensar “hacia adelante” y no “hacia detrás”. Nos sería más productivo pensar en la sociedad y en el país que le vamos a dejar a nuestros hijos. En labrar “entre todos” un estado moderno y ágil, con perspectiva de futuro y no anquilosado en un pasado que nunca debe volver a repetirse. Por ello, dejemos a los muertos en paz, que muertos son, y pensemos en los vivos, que son los que tenemos a nuestro lado.

Nos vemos en septiembre. 

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