Parece ser que será hoy cuando se marque en el calendario como el último día de existencia de la banda terrorista ETA. Un vídeo que se distribuirá a través de la BBC será el soporte en el que conoceremos la disolución definitiva de este sanguinario grupo. Y yo me pregunto: ¿y ahora qué?
Cierto es que el ministro Zoido ya ha anunciado que "seguirán persiguiendo a los terroristas allá donde se encuentren", postura que no sólo me parece lógica sino natural y acorde a lo que muchos españoles pensamos. Pero ETA sigue teniendo una deuda con la sociedad española.
Una deuda que no se arregla con el perdón (si así puede llamarse) que pidieron hace unas semanas. Un perdón que a mí como ciudadano no me sirve, por la cantidad de connotaciones y aristas que el comunicado guardaba. Y si a mí no me sirve, pues imagen ustedes a las víctimas o a los familiares de las mismas.
ETA sigue en deuda no sólo con los españoles sino con el mundo. Y no sólo por sus acciones de terror, sino también por sus acciones estratégicas. Porque ETA tiene que explicar aún con más claridad a la comunidad internacional que nunca fueron presos políticos. Que el Gobierno, las Fuerzas de Seguridad del Estado y el Ejército Español nunca fueron ni maltratadores ni torturadores. Que en España se ha vivido en una democracia únicamente alterada con las bombas y los tiros de las pistolas de ETA. Expliquen que nunca fueron una opción. Cuenten que siempre fueron la contra opción a lo que la inmensa mayoría de los españoles queríamos.
Háblenle al mundo, ahora que dicen que se disuelven, de sus más “atractivas” acciones (Hipercor, plaza de la República Dominicana, Casa Cuartel de Zaragoza, etc.) o de aquellos valientes ajustes de cuentas (Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, Alberto Jiménez-Becerril y su esposa…). Sí, cuenten todo esto para que más allá de nuestras fronteras, donde durante años les han creído como políticos oprimidos por el Estado Español, conozcan verdaderamente su historia. Que sepan de aquellos años en los que cada mañana nos levantábamos esperando un muerto más fruto de vuestra política de terror.
Ahora ya no me sirve que ustedes se disuelvan y que echemos un manto sobre todo esto. Vamos, como si aquí no hubiera pasado nada. Aquí sí han pasado muchas cosas y quedan muchas heridas abiertas, heridas provocadas por vuestras acciones. Aquí queda un pueblo, el Pueblo Vasco, que aún no se ha recuperado de vuestra guerra de terror contra un enemigo que no lo era tal.
Aquí quedan aún muchas cuentas que saldar. Y son ustedes los únicos responsables de ellas.
