Ninguno de los temas que se tratan en los medios de comunicación levanta la polvareda que el traslado o la supresión de la estatua del general Varela. Y lo peor es que no hay nada que retrotraiga más a un pasado de odio y de revancha que el mero conocimiento de lo que pudiera ser una simple propuesta, una moción en este caso. Inimaginable lo que ocurriría en el momento en que una máquina se plantara en el centro de la ciudad con la intención de comenzar la tarea.
No importa que se plantee como una simple propuesta urbanística como hizo el partido socialista, basándose en un modelo de plaza diáfana que bien podría utilizar el atrio del Ayuntamiento como el mejor de los escenarios en el mejor de los auditorios.
Ni tampoco que los urbanistas, los de ahora y los que proyectaron la plaza del Rey, la vieran como ese espacio que sirve de complemento al edificio neoclásico catalogado entre los más importantes de España en su estilo.
Así estaba concebida -lo decía a primeros de este mes el historiador Juan Torrejón Chaves- por sus autores que en tiempos de Carlos III idearon un palacio consistorial y una plaza con marchamo de real, “porque ayuntamiento y plaza forman parte de un todo. Porque la plaza del Rey es una plaza real”. Con todo lo que ello implica.
Claro que un edificio que tardó en construirse 117 años, desde 1778 a 1895, pudo ser interpretado de muchas formas, tanto el edificio como el entorno y prueba de ello es que así ha ocurrió mientras se terminaba y así ha ocurrido después. Hasta que llegó la estatua del general Varela marcando un antes y un después.
Si además la retirada del general bilaureado en la Guerra de Africa -en su contra, comprado por el Gobierno inglés para oponerse a la entrada de España en la II Guerra Mundial- y miembro preeminente del Ejército sublevado contra la II República, la plantea un grupo político municipal que se nutre de un partido llamado Izquierda Anticapitalista, cualquier consideración urbanística huelga y salen a relucir los encendidos bandos a favor y en contra.
Una moción
Efectivamente, el Pleno Municipal aprobó el jueves la moción que presentaba el grupo municipal Sí se puede San Fernando en la que exigía el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, puesto que entiende que el Ayuntamiento de San Fernando “tiene la obligación de poner fin al incumplimiento que, durante ocho años, se ha estado produciendo en nuestra localidad en relación al artículo 15.1 de esta Ley”.
El portavoz del grupo municipal Sí Se Puede San Fernando explicó que "el cumplimiento de esta ley implica la retirada de la estatua del General Varela, el cambio de los nombres de muchas calles de la ciudad y la retirada de placas y otra simbología franquista". Que todavía existe en la propia calle Real y en la esquina de la plaza del Rey.
El pedestal que soporta la estatua ecuestre de Varela, sin embargo, ha sido limpiado de cualquier vestigio que ligara sus méritos en la Guerra de Marruecos con su pertenencia al bando rebelde en la Guerra Civil Española y al gobierno que llevó a cabo la represión de la Una, Grande y Libre.
Quedan las marcas de esa retirada en el intento vano de los distintos gobiernos andalucistas de evitar tener que tomar una decisión a todas luces impopular. Obviamente a medias habida cuenta de que existen dos bandos enfrentados, aunque nadie sepa cuántos pertenecen a un bando o a otro ni si es cierta la representatividad que se arroguen. No son más, pues, que opiniones más o menos razonadas en el mejor de los casos, que no es el más numeroso de los casos.
Con sorpresas
En el caso del pleno del mes de enero, además, la vertiente política ha ganado enteros y los disgustos de unos y las alegrías de otros se han centrado en el hecho de que Ciudadanos respaldara abiertamente la moción, mientras que el Partido Andalucista -o los concejales que se presentaron por el extinto partido- se abstuvieran intentando mantener esa postura a medio camino entre todo o nada. Sólo el Partido Popular votó en contra. Lo contrario sí que hubiera sido una sorpresa.
Así están las cosas al día de hoy, con las redes sociales encendidas por la polémica, a pesar de que se trata sólo de la aprobación de una moción, igual que tantas de ellas que terminan en los cajones del Gobierno para constante protesta de la oposición.
Pero si esa vertiente política que siempre surge cuando se toca a Varela ha sido la predominante, es también cierto que el Gobierno municipal socialista -y andalucista, aunque se hayan abstenido, lo que les deja limpias las manos, pensarán ellos- tiene motivos para que la moción no se quede en el cajón de la delegada de Urbanismo o del departamento de retirada de vestigios del franquismo.
Y urbanístico
Los socialistas han apostado fuerte por la remodelación de la plaza, eliminar cualquier elemento que impida la contemplación del edificio consistorial y a la vez permitir el uso del espacio sin nada en medio -en este caso, Varela- para realizar actos de todo tipo.
Por eso presentaron un proyecto, con una fuente de chorritos. Pero el final de la plaza se decidirá a través de un concurso de ideas. Nacional o internacional. O mundial.
Y como decía Juan Torrejón en la misma conferencia sobre el nacimiento de la Villa de la Real Isla de León, a ser posible “sin chorritos, alcaldesa, que eso es plaza de pueblo cateta. Y se resbalan los turistas”. A la plaza San Juan de Dios de Cádiz, se refería.
La votación en el Pleno del mes de enero celebrado el jueves concede carta de veracidad a lo que este periódico publicaba en el mes de julio del año pasado, ya con el pacto de gobierno entre PSOE y PA y cuando comenzaban a salir algunos pormenores de la negociación.
Mientras que los socialistas apostaban claramente por la retirada del monumento en aplicación de la Ley de Memoria Histórica que fue aprobada en octubre de 2007 y, también, para llevar a efecto su proyecto que pretende para potenciar la plaza del Rey, los andalucistas decidieron, “por el momento”, pasar de puntillas por una cuestión tan peliaguda y que tantas ampollas suele levantar en la sociedad isleña cuando el debate se pone sobre la mesa.
El partido liderado por Francisco Romero decidió dejarlo sobre la mesa para una mejor ocasión o debate y formalizar el acuerdo de gobierno sobre el resto de las cuestiones.
Hasta el jueves, sin embargo, sólo los socialistas -el jueves también Ciudadanos- habían hecho la apuesta por algo que parece que se quiere soslayar de cualquier debate y que pone en entredicho la responsabilidad de los políticos municipales, pasados y presentes.
Independientemente de las pasiones que levanta la cuestión de la eliminación o traslado de la estatua del general Varela, lo realmente importante es que existe la Ley de la Memoria Histórica (Ley 52/2007 de 26 de Diciembre) que han estado incumpliendo sistemáticamente tanto el Partido Andalucista como el Partido Popular en los ocho años de gobierno conjunto.
Una Ley que, por cierto, en los cuatro años en los que ha gobernado el Partido Popular en España, con el apoyo más extraordinario de la historia democrática, no ha tocado ni retocado, lo que supone su aceptación. Que no su cumplimiento.
Argumentaciones
Cuestión aparte es que en San Fernando existen argumentaciones de historiadores con el suficiente prestigio para aclarar hasta qué punto la estatua del general Varela está afectada por la Ley de la Memoria Histórica, su condición de monumento erigido por suscripción popular y si los retoques al pedestal son suficientes para separar sus méritos de guerra en Marruecos de sus deméritos en la sublevación y represión franquista, también ampliamente documentados.
El monumento ecuestre al isleño general José Enrique Varela data del año 1948 cuando fue construido con donativos del pueblo en reconocimiento a su trayectoria militar. Es obra del arquitecto Aniceto Marinas. Varela fue nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad en 1923 y Bilaureado por méritos de guerra que le fue impuesta por el Rey Alfonso XIII.
En estos momentos, y dejando aparte la Ley, se darían de todas formas las condiciones para que ni siquiera se tuvieran en cuenta las consideraciones que los defensores de la permanencia de la estatua en el lugar que ocupa.
Los votos de la moción dejan claro que el Partido Popular se ha quedado solo en la defensa numantina de una cuestión enquistada que puede resolverse bajo criterios puramente urbanísticos. Y lo mismo en ese tiempo el PA encuentra una razón para votar que se retire.