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El misterio de las momias de Alpandeire

La iglesia del pueblo atesora los restos momificados de dos personas que pudieron ser benefactores durante la construcción del templo

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  • Restos momificados -

Tienen un muy buen estado de conservación, y podrían tener hasta 300 años de antigüedad. Son dos cuerpos momificados que se encuentran sepultados en una cripta de la llamada ‘Catedral de la Serranía’, la espectacular Iglesia de San Antonio de Alpandeire.

Las investigaciones realizadas por un maestro del pueblo, Gaspar Mena, refieren que los restos corresponden a un hombre y una mujer (al parecer matrimonio), cuya historia real es un misterio. Si es que las condiciones ambientales del lugar en que reposaron los cadáveres evitaron su descomposición es un misterio; no se descarta, sin embargo, la hipótesis de que los restos mortales de ambas personas fueran embalsamados “en señal de agradecimiento por su generosidad”, puesto que podrían haber sufragado como benefactores distintos gastos de construcción de la imponente iglesia de este pueblo.

En la localidad existe incluso un refrán que viene a ratificar esta teoría, basada en la redacción que hace 30 años hizo una vecina del pueblo, que fue alumna suya, que recreó una fantasía en torno al matrimonio,  a un supuesto pilón que éstos tenían lleno de monedas de oro con las que se costeó la iglesia: “Eres más hondo que el pilón de tía Florita”, dicen los panditos, que es como se conoce a los vecinos de este pueblo del Alto Genal.

Lo cierto es que el enterramiento de este matrimonio era el mayor de los encontrados en la cripta de la iglesia, el primigenio cementerio de la localidad, situado en los bajos del templo, adonde se encuentran otros muchos nichos y fosas en el suelo. Según el maestro Mena, las momias podrían estar incluso mejor conservadas de lo que se encuentran en la actualidad, ya que en la década de los 50 se encontraban fuera de su nicho, recostadas sobre una pared lateral de la estancia, donde la gente las tocaba y las movía. La situación llegó a oídos del obispo de Málaga, el cardenal Herrera Oria, quien ordenó volver a dar sepultura a los cuerpos aunque tiempo después, ya en los años 80, volvieron a ser desenterrados hasta hoy.

Las momias provocaron además el miedo de muchos vecinos, puesto que el mal estado de la puerta de la estancia en que se encontraba, hacía chirriar las noches de lluvia o viento dicho pórtico, provocando que muchos vecinos no quisieran siquiera transitar por los alrededores de la Iglesia.

En la actualidad, las momias pueden visitarse como un atractivo más de la localidad y de la propia iglesia de San Antonio, el monumento más destacado del pueblo en que nació el reconocido Fray Leopoldo.

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