Cuando hace unos años, el cineasta Sergi Pérez vivió la pérdida en primera persona, su naturaleza le empujó a hacer un corto pero, nada más alumbrar aquel trabajo, supo que debía contar algo más. Dos años después terminaba "El camí mes llarg per tornar a casa", y salió dolor en estado puro, sin artificios.
"Viene de una historia personal, pero no tiene nada de autobiográfico", puntualiza el realizador debutante en una entrevista con Efe, realizada con motivo del estreno de la cinta hoy en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF), donde compite por el Giraldillo de Oro, la única cinta española en la sección oficial.
La película, rodada con 26.000 euros conseguidos por medio del micromecenazgo a través de la plataforma Verkami, cuenta la historia de Joel, un hombre del que el espectador sólo sabe que está sufriendo. Y de qué manera.
El dolor le inmoviliza de tal manera que sólo ante la inminencia de la muerte del perro de su mujer, el cual se niega a comer y beber desde que ella no está en casa, sale en busca de un veterinario. Pero cierra sin coger las llaves.
"Sí -reconoce Pérez-, es mi visión del dolor. Viví un momento así, y mi gestión del dolor fue esa; quería explicarlo así, porque me parecía que era un punto de vista diferente sobre la ausencia, sobre el duelo, enfocado a huir de todo".
La historia del perro estaba en aquel corto -explica el realizador-, y "de hecho está dentro de la película, pero sucedió que hubo un gazapo: que el personaje se dejase las llaves dentro de la casa no estaba previsto. Eso me pareció el detonante para comenzar el segundo acto de la película".
Ese detalle mínimo, como todo lo que ocurre en "El camí mes llarg per tornar a casa", determinó a Pérez a pedir ayuda a Roger Padilla y Eric Navarro (Niu d'Indi). "Entre los tres hicimos el guion. Yo no me hubiera atrevido sólo a ser tan valiente", confiesa.
Explica que en ningún momento sintió la necesidad de "invertir tiempo en contar qué le ha pasado" a la mujer que falta, sino que prefirió apostar por la abstracción, algo que sirvió de mucho al protagonista, Borja Espinosa, para "normalizar" el estado permanente de vacío de su personaje.
La única forma en la que podía llevarlo adelante era "sin hacer preguntas: si es gay o es capaz de pegar a un perro... Joel está todo el tiempo como narcotizado -explica Espinosa-, pero siempre tenía la información suficiente para meterme en cada paso de la gymkana que me propuso Sergi".
Su difícil misión, que Espinosa pasó con nota, era hacer "humano" ese dolor, "abrir la brecha por donde entrar al vagabundeo emocional de este hombre" que, a veces, tiene un comportamiento inhumano.
Pérez acabó de rodar su primera versión del largometraje seis meses después, pero volvió a no quedar satisfecho con el final. La retomó, la "oscureció" y aún tuvo que esperar un buen tiempo para poder verla terminada.
"El camí..." se mueve en la estela de cintas claustrofóbicas como "La herida", no solo por el enfoque de la historia desde el interior del personaje, al que la cámara persigue sin piedad, sino por su forma de rodar.
El director cree que lo bueno de la autofinanciación es que le ha permitido componer un personaje que "dentro del sistema" no hubiera podido hacer; y lo malo, que nadie cobra.
Humildes, Espinosa y Pérez dicen sentirse como "peces fuera del agua" compitiendo en Sevilla, tan orgullosos como emocionados, alucinados de compartir mesa y cartel con "Leones y Palmas de oro", cineastas cuyos trabajos son, para el profesor de cine Sergi Pérez, los ejemplos que usa a diario con sus alumnos.