El 1-3 del pasado domingo en Montilivi ha apaciguado las aguas de Heliópolis tras una semana que fue dura de roer tanto por los dirigentes como por el entrenador.
Tras regresar a la senda de la victoria en Liga, de donde pocas veces debe desviarse este Betis si el objetivo es ascender a Primera por el camino más corto, los de Velázquez retornan al Villamarín tras aquel duro varapalo padecido frente al Albacete. Enfrente, un débil Mirandés, que apenas ha saboreado un triunfo y un empate en las cinco jornadas disputadas hasta la fecha.
Los burgaleses pisarán el tapiz del Villamarín por vez primera para disputar un partido correspondiente a una competición liguera, puesto que ya lo hicieron una vez para lidiar un encuentro de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey. Precisamente, aquel mismo año el Betis terminó proclamándose campeón del torneo en el Vicente Calderón frente a Osasuna con un equipo comandado por Serra Ferrer.
Aquel 19 de enero y tras solventar los verdiblancos la eliminatoria en Anduva (1-3), los de Miranda del Ebro vinieron al estadio heliopolitano con el objetivo de sacar un resultado positivo, y para ellos así fue. Un empate a cero que certificó el pase a cuartos y que quedó registrado en los anales como la única visita oficial, hasta la fecha, del que será el próximo rival liguero de un Betis que tantísimo ha cambiado desde nueve años hacia acá.
Sobre el papel, los de Velázquez vuelven a ser favoritos como lo serán en cada uno de los encuentros que dispute esta temporada en la categoría de plata. Pero este domingo (18.15 horas) el Betis está obligado a algo más que a una simple victoria, necesita agradar a la grada para volver a recuperar la normalidad social. El Mirandés hará de juez.