Llevan años pidiendo a gritos una solución y al final, ante la inactividad de las administraciones, han decidido que “la movilización social es lo único que va a salvar al maltrecho Jardín Americano”. De esta manera nació hace unos días la plataforma ciudadana SOS Jardín Americano, nexo de varias asociaciones preocupadas por el estado actual y el deterioro que presentan parte de los jardines de La Cartuja, que nacieron bajo el auspicio de la Exposición Universal de 1992 con una colección botánica de especies americanas.
El singular jardín, abandonado desde mediados de los 90, fue recuperado en 2009 con una inversión de 9 millones de euros (la mayor parte de fondos europeos) y durante varios años gozó de una buena salud gracias a la colaboración científica de la Universidad de Sevilla y a la gestión de la Fundación Naturalia XXI, que además puso en valor el espacio gracias a un amplio abanico de actividades divulgativas como rutas en bicicleta, visitas guiadas a escolares o un Aula Bioclimática, entre otras.
Pero desde que llegara la actual corporación municipal, la gestión de este espacio pasó a integrarse en la concesión privada que realiza el mantenimiento del resto de zonas verdes de la ciudad a cargo del área de Parques y Jardines del Ayuntamiento, algo que ha hecho que “haya perdido el trato singular y necesario del que disfrutó durante los primeros años”, indica a Viva Sevilla Enrique Hernández, portavoz de SOS Jardín Americano.
“Lo primero que queremos transmitir a los ciudadanos y a las administraciones es que el Jardín Americano no es una zona verde más de la ciudad, ya que es un parque botánico con especies muy singulares que necesitan el cuidado de expertos y un mantenimiento especial”, resalta Hernández, al tiempo que recordó que se trata de “un lugar emblemático para el que se invirtieron 9 millones, dinero que ahora se está tirando”.
Es por este motivo que las asociaciones aunadas en esta plataforma demandan al Ayuntamiento una gestión específica y propia para el jardín. “No basta con que ahora les de por limpiarlo”, señala Hernández. “Hay que buscar entre todos -continúa- una forma económica para su gestión, que debe incluir, además de su mantenimiento, una serie de actividades y contenidos para que vuelva a ser una zona de referencia turística y de entretenimiento y no un lugar para botellonas”.