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Un diputado y un guardia civil se reencuentran 28 años después del ?Golpe?

Casi tres décadas después, 28 años concretamente, del fallido intento de golpe de Estado del 23-F, un miembro de la Benemérita y un diputado intercambian sus respectivos recuerdos sobre aquella jornada.

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  • El diputado Antonio García Miralles (i) y el guardia civil Antonio Martínez conversan en la explanada. de Alicante sobre el asalto al Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981.. -
Uno tenía 21 años y portaba un subfusil “sin saber muy bien por qué”; el otro, con 39 años, disfrutaba en su escaño de los que creyó que eran sus últimos cigarrillos. Ayer, 28 años después del fallido golpe de Estado, se reencuentran fuera del hemiciclo para intercambiar sus recuerdos. 

Con la Explanada de Alicante como escenario, el entonces diputado socialista Antonio García Miralles y uno de los guardias civiles que entró en el Congreso en aquella tarde del 23 de febrero de 1981, Manuel Martínez, se saludan con un abrazo, sonríen e inician un paseo por sus memorias del que Efe es testigo. 

“Aquí no hay ni héroes ni villanos”, asevera Martínez, uno de los muchos agentes jóvenes de la Guardia Civil a los que se les ordenó que subieran a un autobús sin destino conocido. 

Mientras, en el Congreso de los Diputados, Miralles acababa de inaugurar la ronda de votaciones correspondiente a la propuesta de investidura de Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. 

A través de la radio del autobús, Martínez y sus compañeros de la Academia de Tráfico de la Guardia Civil, que seguían las votaciones de la sesión plenaria, escucharon al locutor decir que “alguien había entrado armado al hemiciclo”. 

"Entonces, un oficial informó de que nos dirigíamos al Congreso porque estaban ocurriendo unos hechos muy graves. Pensé que era algo de ETA, pues yo no sabía –dice– que quienes realmente habían entrado eran compañeros que habían viajado en los primeros autobuses”. 

Al mismo tiempo, Miralles recuerda “perfectamente” la entrada de los guardias civiles al hemiciclo. 

“Me pilló leyendo algo de Sanidad. Fui el primero en votar y, como aún quedaban otros 349 diputados, decidí entretenerme con una lectura”, añade. 

El diputado reconoció a Tejero por su implicación en la Operación Galaxia –anterior intento frustrado de golpe en 1978– y, justo después, pensó: “coño, ya la hemos liado”. 

A escasos metros, Martínez entraba ya por el pasillo de acceso al hemiciclo donde observó “una pila de armas cortas”. 

“Pensé que serían de ETA y que el supuesto comando ya había sido desarmado”, añade el guardia civil. 

Sin embargo, fue uno de sus compañeros quien le generó la duda de lo que allí ocurría cuando le dijo que las armas eran de los escoltas y de los policías de servicio. 

Las pocas dudas que le quedaban se diluyeron cuando accedió al salón de plenos. “Allí, pistola en mano, estaba Tejero”. 

“Supe que era un golpe de Estado y empecé a notar un montón de sensaciones que, 28 años después, aún no sé interpretar”, añade Martínez, quien ayer, con 49 años, es uno de los máximos responsables de la Agrupación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). 

Tanto él como Miralles coinciden en que “la tensión se observaba, se notaba”, y ahora, casi tres décadas después, aún recuerdan anécdotas del golpe de Estado del 23-F sin poder evitar emocionarse, callarse o reirse. 

“Tal era la incertidumbre de lo que allí podría pasar, que me fumé los dos únicos cigarrillos que me quedaban como si fueran los últimos de mi vida", evoca el diputado socialista, quien cuenta además que rompió las hojas de su agenda de teléfonos, en las que figuraban “muchos progresistas”.

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