Aunque no tan concurrida como la Borriquita, bien es cierto que los portuenses la siguieron por gran parte de su recorrido, que este año ha sido modificado para descender por la calle Espíritu Santo y poder pasar en frente del convento de las monjas. Que duda cabe, que algún que otro despistado esperaba a la hermandad por su itinerario de años anteriores.
De la Flagelación, llamó la atención la ausencia de nazarenos al inicio de la misma, encontrándonos casi directamente con el paso de misterio. Una escena que contrastaba con la de la borriquita, ya que del entusiasmo y la celebración de la entrada de Jesús, se pasaba al dolor y al sufrimiento casi en un suspiro.
Y uno de los platos fuertes los encontramos al final de la velada. Y es que María Santísima de la Amargura hizo las delicias de los asistentes. La delicadeza de su rostro, la ternura de sus ojos y, sobre todo, la exuberancia de las flores que la acompañaban en su padecimiento, han dejado una de las imágenes más bellas de lo que ha sido este Domingo de Ramos 2013.