Aunque pueda parecer lo contrario, la crisis no ha disparado los denominados “hurtos famélicos”, como se conoce a los robos de alimentos de primera necesidad, pese a que las imágenes que ha protagonizado este último verano el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) puedan incitar a lo contrario. Pese a los problemas que tienen muchos padres de familias para llegar a final de mes y dar de comer a los suyos, esta práctica no ha adquirido tintes preocupantes, según indican fuentes policiales.
El pasado martes, los agentes tuvieron que actuar en una gran superficie de la ciudad tras ser requeridos al sorprender a un ciudadano llevándose un bote de café, aquarius y varios zumos “para los niños”. Sin embargo, como explican fuentes policiales, a menos que el presunto autor se haga con cantidades ingentes de alimentos o artículos de lujo de alto nivel, estas accuibes no están calificada como delito y ni siquiera llegan a conocimiento del juez.
En su defecto, la actuación de los agentes se limita a darles el rapapolvo pertinente y devolver los productos a las estanterías del supermercado, sin que el sujeto sea sancionado. No lo hacen de manera aislada, pero tampoco a diario, y otras veces son los propios vigilantes de seguridad los que hacen la “gestión” y les requisan los productos de los que se han apropiado o bien les obligan a pagarlos si es que llevan dinero encima, sin ni siquiera dar parte a la Policía, siempre y cuando se trate de cantidades pequeñas.
También hay que contar con que el perfil de las personas que en un momento dado intentan burlar las cajas de los súper para llevarse la comida del día no tiene nada que ver con el de los carteristas o aquellos “profesionales” de las secciones de perfumería. En el primer caso, los responsables “no suelen ser personas conflictivas que no dan la nota y pueden llegar a pasar desapercibidos”, señalan las mismas fuentes. Otra cosa es lo que ocurra a partir de ahora si el IVA hace de las suyas y la economía doméstica sigue sin levantar cabeza.