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España

Diario de un jubilata

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Dónde está la crisis?, decía una señora encajonada en un torrente humano que la llevaba casi sin poner los pies en el suelo. Al parecer todo el mundo se había puesto de acuerdo para salir a rematar las compras de reyes. De nuevo lo que ahora se denomina “bendita fiebre consumista” asomaba en los rostros de los que este pasado fin de semana se lanzaron a la aventura del dos por uno. No era el “compra dos y paga uno”, que también, sino un rebujo entre el regalo tradicional y las rebajas más o menos camufladas que dicen son otro regalo. Me permito ser un poco reticente porque he visto, tiempo ha, convertir en retales piezas y piezas de telas más antiguas que los filisteos y la forma como se llevaban, dándose codazos, aquellos trozos que difícilmente tendrían utilidad. Contra esta forma compulsiva de comprar han legislado un disparate: sobre doble etiquetado, fecha de exposición y remesa, para que ahora no ofrezcan saldos comprados expresamente para las rebajas.
No sé como se las apañarán hoy en día aunque malicio que, como todo, tendrá su margen para la trampa. Para darnos coba, vaya.

Este año el legislador se lo ha tomado como los tres monitos -ni ver, ni oír, ni hablar- alentando el consumo para que soltemos hasta el último céntimo. Por eso cuando en la bulla escuché a la señora quejosa por las molestias del gentío acerté a decirle: “Tranquila, mujer, que somos los héroes salvadores de la patria”. Ella, como pudo, preguntó: “¿Y eso quién lo dice?”. “Los políticos, señora”, respondí animado. ¡Está visto que no tengo remedio! No escribiré aquí lo que la buena mujer contestó, diré que su respuesta no se podría tildar como políticamente correcta. Pues vale. Reconozco que a veces peco de inocente, que soy propenso a creerme cosas y, por mi disentimiento con la oronda transeúnte, me parece que, aunque llevo razón, los hechos se empeñan en desmentirme. Y no sé por qué.

La crisis está aquí, y es cierto que no nos fustiga a todos por igual. Una pareja, donde los dos trabajan, y siguen teniendo sus sueldos, no tienen por qué darse peor vida porque para ellos ha bajado la gasolina, el gas, el euríbor de la hipoteca y hasta los productos perecederos. Que ganando lo mismo les cundirá más. Estos son los beneficiarios del lío y ellos deben ser los que estimulen el consumismo. Que gasten, por favor, por ellos y por nosotros. Que se porten cómo reyes buenos. Como los Magos de Oriente, quiero decir.

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