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España

Probablemente Dios no existe

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Ya lo dijo Nietszche hace muchos años: “Dios no existe”. Pero al contrario de Alfonso Guerra y su “Montesquieu ha muerto”, no parece tan fácil acabar con la presencia viva de Dios en el corazón y en el cerebro del hombre del siglo XXI. Hombres y mujeres de los países ricos, marcados por el hedonismo imperante y hasta por un cierto subdesarrollo moral, como indica Braulio Rodríguez, obispo de Valladolid, quien llama a dotar de una dimensión moral y espiritual a la globalización si queremos de verdad acabar con la pobreza de los países pobres, aún más amenazados por la crisis que cualquier país de Occidente. El debate sobre la existencia de Dios ha estado presente siempre. Hoy, la idea de un Dios que exige compromiso, compartir y repartir lo que tenemos o perdonar a los que nos hacen mal, parece casi incompatible con la vida que vivimos. En Barcelona, dos asociaciones, Ateos de Cataluña y Unión de Ateos y Librepensadores, han puesto en marcha una campaña de publicidad en dos autobuses con el eslogan “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida”. Está copiada de Inglaterra, donde era más agresiva. Nuestra capacidad creativa ni siquiera parece funcionar hoy en Cataluña. Y como se ve, ni siquiera los ateos descartan la existencia de Dios. “Probablemente...” recuerda más a un anuncio de cervezas que a otra cosa y, además, defiende que no se puede ser católico y gozar de la vida.

Lamento desilusionarles. Somos muchos los que creemos en Dios y vivimos alegres y confiados, disfrutando, y tratando de que disfruten otros, de lo bueno, casi ilimitado, de esta vida recibida de un ser superior. Los mismos que rechazamos a quienes convierten la religión en fanatismo, que eso sí que es una amenaza. El problema no es que Dios exista, sino quienes le utilizan en su beneficio.

Decía hace poco Carlos Herrera que si Dios no ha existido y si ni siquiera fue “inventado” en tiempos de los apóstoles, sino tres o cuatro siglos después, estaríamos asistiendo a la mejor operación de marketing de toda la historia. Gracias a Dios, concretamente al Dios de los católicos, existen hoy organizaciones como Cáritas, que están salvando de la crisis a miles de españoles. En nombre de ese Dios, miles de misioneros, religiosos y laicos, están ocupándose de los desheredados del mundo, de los enfermos, de los hambrientos, de los discapacitados, de los perseguidos, de los que no tienen escuelas ni hospitales, de los desplazados, de los inmigrantes, de los sin techo... Son los que se quedan cuando todos los demás abandonan el país o el territorio amenazado. No les preguntan si creen o no en Dios, simplemente se entregan en su nombre. Seguramente somos responsables de no saber transmitir bien la imagen del Dios vivo en el que creemos, pero sería mucho mejor gastarse el dinero de la publicidad en ayudar al que lo necesita que en tratar de convencer a nadie de que Dios “probablemente” no existe. Dios es una luz que alumbra el camino y una esperanza de trascendencia para cientos de millones de ciudadanos, incluso para muchos que no creen en Él, nunca una amenaza.

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