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La verdad os hará liebres

Raposas del fin de semana

Cuando la zorra predica, no están seguros los pollos, decían los antiguos

  • Raposas del fin de semana. -

Cuando la zorra predica, no están seguros los pollos, decían los antiguos. Y los pollos más modernos y entusiastas se desgañitaban vivos este sábado en Malmö al grito de zorra, zorra, zorra. Puigdemont afirmó hace unos años que España tiene un pollo de cojones, y en esas seguimos. Se mire por donde se mire.

Convertida la política nacional en una suerte de granja avícola —mucho ruido y muchos huevos—, la canción de Nebulossa nos distrae y nos reafirma en nuestra vindicación de lo hortera, que es un camino sin retorno. Quizá podamos proclamar que España ha dejado de ser cateta, en un remedo del aserto de Manuel Azaña; pero ha pasado a ser hortera, que es mucho peor, porque es la afirmación orgullosa de lo cutre, de lo extravagante, de lo pretencioso, de lo kitsch.

Ha llegado Zorra a Eurovisión con los parabienes de la ministra de Igualdad, quien ha afirmado que representa muy bien a España (en lo que estamos de acuerdo, como habrá quedado claro), y desde los púlpitos más progres se ha ponderado su defensa de la mujer y del feminismo. Quizá haya otros caminos más recomendables, aunque largos, sin atajos artísticos ni charcos de fango: Zorra, zorra, zorra, seguían tarareando los niños la mañana del domingo, tras haber visto con su familia, como cada año, el festival en la tele. Bebiendo, fumando y jodiendo… sigo vacilando de party to los días, cantaban en la fiesta de un cole de primaria junto al que pasé de camino a casa hace unos meses. Quizá nos haga falta darle una pensada a esto, porque puede que nos estemos pasando de modernos, de liberados y de chabacanos, cada uno según sus ideales de vida. Supongo que los más pequeños no tienen culpa de nuestros complejazos.

Convertido el maletero en madriguera se fue la otra raposa hacia Bruselas, corazón norteño del Imperio español, donde abdicó Carlos V. Puigdemont quiere regresar desde Flandes para poner aquí una pica, el pollo. Pedro lo ha perdonado. Pedro es una persona inaccesible al desaliento del rencor, aparte del que guarda a algunos jueces. Pedro, como Paco, siempre ha querido lo mejor para España, y lo mejor para España, como saben en la plaza de Oriente los reyes godos desde hace mucho, es que siga el que manda hasta el final, aclamado por las multitudes excursionistas y pancartistas. Sonaba Quevedo en Ferraz entre bocatas de chistorra al ritmo de Quédate. La ministra Montero gesticulaba y vociferaba —indómita, feroz y acalambrada— con clara preferencia por el fonema /o/. Y el Quevedo verdadero, que conocía el paño catalán mejor que nadie tras las revueltas y traiciones del XVII, parece que vuelve a mojar la pluma en el tintero para escribir de estas elecciones: Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados...   

La zorra cambia el pelo, no las costumbres.

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