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Jerez

"El Disco Rojo no está en la Feria este año porque no nos han dejado"

Hijos de los socios fundadores fallecidos de la histórica caseta denuncian las trabas impuestas para garantizar el relevo generacional

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  • Una imagen del Disco Rojo en las últimas décadas. -

Impotentes, “un poco huérfanos” y, sobre todo, muy indignados. Así se sienten Antonio Durán e Inmaculada Morales, hijo e hija y nieta de socios fundadores de la histórica caseta del Disco Rojo. Este año protagoniza la ausencia más significativa en el Real de la Feria, que se inaugura mañana tras tres largos años de espera por la pandemia. Sus 52 años en el recinto ferial la convirtieron en toda una institución en la Feria, pero “aunque lo hemos intentado hasta el último momento”, su continuidad no ha sido posible, y no por falta de interés ni ganas. Al contrario. Así lo aseguran Durán y Morales, muy dolidos, y no son los únicos, con la actitud y la gestión de los dos únicos socios fundadores que siguen con vida vinculados al Disco Rojo, Salvador Espinosa y Juan Mateo.

Según relatan a Viva Jerez, de los catorce amigos que en su día se organizaron para montar la mítica caseta, quedan cuatro con vida, pero los otros dos rompieron con el proyecto porque no estaban de acuerdo con la gestión de Espinosa y Mateos, como tampoco lo están los hijos de otros socios fallecidos, entre los que se encuentran Durán y Morales. Nunca se quedaron de brazos cruzados. “Es que si lees las declaraciones de Espinosa (hijo) -señalan en alusión a las manifestaciones recogidas por este periódico, parece que nadie ha querido seguir, cuando lo que ha pasado es que a los hijos no nos lo han permitido. No nos han dejado. El Disco Rojo no existe porque Salvador Espinosa y Juan Mateo no han querido que exista. No es que los hijos no hayamos tenido interés”, advierten.

Según su testimonio, todo saltó por los aires en 2018, cuando fallece el padre de Inma Morales, Rafael Morales, y ella y otros hijos de socios fundadores, a los que llamaban el grupo de los “jóvenes” les trasladan sus deseos de continuar con la caseta. Anteriormente, había habido compromisos formales que daban cuenta del traspaso generacional: por un lado, un acto simbólico de imposición de insignias celebrado en el 1992, en el que cada padre imponía a su hijo la insignia para que continuasen con la vida del Disco Rojo, y, por otro, una serie de reuniones en 2016 en las que les asesoró sobre la documentación que era necesaria para hacerse cargo de la caseta.

Luego vino otro episodio que fue el detonante: En 2019 los dos socios fundadores que quedan les convocan y les hablan de una deuda con el casetero que hay que abonar, que asciende a unos 6.000 euros. “Nos piden 600 a cada uno pero como no la justifican  no nos hacemos cargo”. Se produce entonces un desencuentro importante y cinco hijos de los promotores de la caseta constituyen la Asociación Cultural Amigos del Disco Rojo y solicitan  formalmente en el Ayuntamiento “seguir por derecho” con el Disco Rojo.  El  Consistorio tampoco les dio facilidades. “Nos dijeron que la normativa no permitía cambiar la titularidad". Esto suponía tener que "empezar desde cero, cambiar nombre y el sitio, cuando mi caseta de toda la vida es el Disco Rojo. Nos hemos criado allí, queríamos continuar por nuestros padres. Ellos la montaban ponían los andamios, las madres cocinaban, nosotros, de niños, hacíamos farolillos. Lo hemos vivido desde pequeños".  

El resto ya lo conocemos: un cambio de ubicación del Disco Rojo a una calle secundaria, (nº90) en la edición fallida de 2020 como penalización por las “sanciones acumuladas” por la música, una pandemia y la asignación del lugar tradicional del Disco Rojo a La Penúltima. A ellos este castigo por parte del Ayuntamiento no les sorprendió."Había varias advertencias por el tema de la música. Todo el mundo sabe que El Disco Rojo era una discoteca y que se saltaban la ordenanza a la torera y el casetero de hartaba de vender copas", manifiestan.

A ellos, la Asociación Cultural Amigos del Disco Rojo, el Ayuntamiento les denegó la solicitud, y los dos socios fundadores "a los que siempre hemos respetado" pero contra los que "tuvimos que rebelarnos", no solicitaron caseta ni en 2021 ni para la presente edición tras su traslado a una calle secundaria, lo cual supone el adiós de una caseta histórica del Real. "Queremos que todos los que ahora dicen: ¡qué pena del Disco Rojo!, que sepan que El Disco Rojo no está porque no han querido que esté, porque se lo han cargado", concluyen. 

 

 

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